Donación lactante: la leche humana como bien global

La decisión de la matrona Celia Lázaro de ser donante de leche durante el confinamiento en 2020

Donación lactante: la leche humana como bien global

Tiempo de lectura estimado: 7 minutos


Ester Massó Guijarro, Universidad de Granada

Junio de 2020. En pleno confinamiento, los periódicos aparcan el monotema de la pandemia de covid-19 para hablar de Celia Lázaro, una joven que “tras perder a sus bebés prematuros decide guardar su leche durante el confinamiento para otros niños”, dicen los titulares.

La decisión de la matrona Celia Lázaro de ser donante de leche durante el confinamiento en 2020, en una situación personalmente tan gravosa para ella, fue el modo con el que esta joven madre quiso rendir homenaje a sus hijos fallecidos, Olatz y Alain.

La noticia, por su fuerza incomparable, resonó con impacto mediático. Ese “legado de dos vidas truncadas” en forma de leche humana convertida en puro altruismo se hizo un especial eco porque, a la sazón, esta madre fue la única donante de su comunidad durante aquel primer confinamiento. Aunque no la única que hizo un alarde de altruismo en plena pandemia: el gesto se repitió en distintos hogares en los momentos más complicados del estado de alarma, aumentando incluso la donación en este período.

Extracción engorrosa

Las numerosas dificultades e incomodidades asociadas a esta manera singularísima de filantropía son importantes. Sin embargo, como tantas otras cosas que tienen que ver con las madres y sus criaturas, no ha sido convenientemente reconocida ni abordada hasta fechas recientes.

Para empezar, donar leche materna no es un proceso exactamente fácil para las personas que deciden hacerlo. Es complicado, laborioso, hasta doloroso a veces. Las madres deben extraerse la leche en sus domicilios siguiendo un protocolo para preservar el producto en las condiciones óptimas.

Después, toca llevar personalmente lo recogido al hospital donde esté alojado el banco de leche. Todo ello gratuita, voluntaria y generosamente. En un momento, todo hay que decirlo, en que la mayoría de esas mujeres están a cargo de criaturas necesitadas de cuidado constante. Si además trabajan de forma remunerada, tendrán de todo menos tiempo libre y ocio.

La leche materna humana se destina de forma primordial a prematuros cuyas madres, por el motivo que sea, no pueden lactar en el momento de su nacimiento. La vida –y la calidad de vida futura– de estas personas de nacimiento prematuro está directamente ligada a esta provisión de leche de otras madres que no sean la biológica. En otras palabras, estas donaciones altruistas contribuyen a llevar a cabo el cumplimiento de lo que ya ha sido declarado como un derecho humano (así se pronunció por fin la ONU en 2016 sobre la lactancia humana). Y también una de las inversiones sociales más ventajosas para los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030.

Donar leche humana es un acto de filantropía corporal (entre otras muchas cosas). Sin embargo, ha sido prácticamente ignorado en la literatura sobre la filantropía. Algunas autoras defienden las características únicas de la donación de leche humana, que se revela en la generación de una identidad de donante de leche, compleja y compuesta de elementos maternos y femeninos. Parece necesario enriquecer los análisis que vinculen género, identidad y motivación del acto de donar.

Lactancia y donación en la pandemia

La atención materna y neonatal en sus primeras fases experimentó cambios sustanciales durante la pandemia de covid-19. Su calidad se vio comprometida, a la vez que se limitaba la capacidad de las profesionales sanitarias para brindar una atención materna respetuosa. Parece importante emprender acciones que mitiguen los impactos de la situación actual, en un contexto pospandémico y ante la posibilidad de que se repitan situaciones similares: el mantenimiento de los servicios de los bancos de leche a nivel mundial es una responsabilidad global.

Los procesos de donación deberían ser tenidos muy en cuenta, hoy más que nunca, ante la notable variedad de desafíos que la pandemia ha supuesto para los bancos de leche humana a escala global. En circunstancias como las vividas con la covid-19, dichos desafíos deben ser atendidos y gestionados, ya que puede ser más vital que nunca la provisión de leche en los primeros días de los recién nacidos.

Hablar de donación lactante es hablar de donantes (personas-mujeres-madres), y es también hablar de criaturas. Las criaturas lactantes son a menudo, todavía, y paradójicamente, grandes olvidadas en muchos discursos y narrativas sobre los derechos reproductivos.

Hemos de optimizar en todos sus aspectos el sostén social e institucional de este acto filantrópico incomparable, así como ahondar en su comprensión con perspectiva feminista y de género. Una vez más, la lactancia humana revela su poder de interrogación y convocatoria, en su radical condición híbrida, en esa intersección de naturaleza (biología y ambiente), cultura y ética, donde cobra sentido.


Este texto sintetiza las ideas esenciales de un artículo firmado por la autora en vías de publicación en la Revista Española de Salud Pública. The Conversation


Ester Massó Guijarro, Profesora Titular de Filosofía Moral y miembro de la Unidad de Excelencia FiloLab, Universidad de Granada

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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