¿Es malo ser un padre o madre helicóptero?

La expresión de padres helicóptero emerge de un testimonio en el libro de 1969 Between parent and teenagers (Entre padres y adolescentes, sin traducción al español) del psicólogo israelí Haim Ginott. En él, un adolescente expresaba sentirse constantemente supervisado por su madre, como si un helicóptero sobrevolara sobre él

¿Es malo ser un padre o madre helicóptero?
Foto de Kelli McClintock en Unsplash

Tiempo de lectura estimado: 10 minutos


Beatriz Martín del Campo, Universidad de Castilla-La Mancha

En el año 90, este término volvió a aparecer en el famoso libro superventas Parenting with Love and Logic (Ser padres con amor y lógica) de los divulgadores estadounidenses Foster Cline y Jim Fay. Definía un estilo parental inefectivo que se caracteriza por una vigilancia constante de la vida de los hijos para acudir en cuanto surge el menor problema.

Según estos autores, este estilo parental da lugar a adultos que no son capaces de afrontar los pequeños retos y carecen de autonomía. El término ha evolucionado en el entorno académico con el nombre de “hiperpaternidad” o “hiperparentalidad”.

Relación con menos autonomía

A partir de la primera década de nuestro siglo han ido apareciendo investigaciones, principalmente en EE.UU., en las que se busca la relación entre la hiperparentalidad y distintos constructos psicológicos, como la ansiedad, la depresión, el ajuste social o las estrategias de afrontamiento. En estos estudios se pasan cuestionarios a las familias en las que se les pide que puntúen cómo de acertadas son afirmaciones como:

  1. Hago sugerencias a mi hijo o hija para ayudarle a conseguir las cosas.

  2. Hago lo que puedo para evitar a mi hijo o hija situaciones difíciles.

  3. Dejo que mi hija o hijo tome las responsabilidades personales relacionadas con su felicidad o su vida.

Pero ¿podemos establecer una relación de causalidad entre esta supuesta sobreprotección y el desarrollo de características de personalidad menos beneficiosas para el futuro de los hijos? ¿O, por el contrario, las familias sobrevuelan las vidas de sus hijos porque estos no han desarrollado suficientes habilidades de afrontamiento y tienen necesidades específicas de apoyo?

Es más, ¿realmente estas conductas de cuidado son un aspecto negativo de la conducta parental o una respuesta lógica a los nuevos retos a los que se enfrenta la juventud en su transición de la adolescencia a la vida adulta?

Condiciones históricas, sociales y contextuales

El término “hiperparentalidad” ha cobrado relevancia en medios de comunicación de diversos países, incluido el nuestro, donde numerosos artículos y libros se han dedicado al tema. Es crucial reconocer que la representación mediática y los contenidos divulgativos pueden influir significativamente en cómo las familias enfocan la crianza y la educación sin tener en cuenta las desigualdades sociales, la diversidad cultural y los contextos sociales complejos.

Desde este punto de vista, esta visión de la hiperparentalidad carece de lo que el psicólogo estadounidense de ascendencia rusa Uri Bronfenbrenner consideraría un análisis del proceso por el que surgen este tipo de conductas parentales y la forma en que estas afectan al desarrollo de las hijas e hijos.

Atribuir las conductas hiperparentales a las características internas y psicológicas de los padres y las madres, sin analizar todos los condicionamientos históricos, sociales y contextuales que pueden estar incidiendo en su supuesta aparición, es una forma muy limitada de analizar la cuestión.

Los universitarios ‘infantilizados’

En los años 90 el término “padres helicóptero” adquirió relevancia social a raíz de las críticas de los administradores de campus universitarios anglosajones, quienes señalaban la excesiva intervención de las familias en los procesos de evaluación y revisión de exámenes de sus hijos.

¿A qué se debía? La periodista canadiense Adriana Barton sugiere que esta presencia activa de las familias en los campus universitarios podría estar motivada por la intensificada presión social que impulsa a iniciar la preparación académica para la universidad desde edades cada vez más tempranas.

Si una familia ha dedicado recursos y esfuerzo para que sus hijos accedan a la educación superior, es comprensible que deseen estar al tanto de su evolución académica, ¿verdad?

En España, esta perspectiva se respalda legalmente: si los padres financian los estudios y la subsistencia de un estudiante, incluso si es mayor de edad, tienen el derecho a conocer sus calificaciones, según un informe jurídico de la Agencia Española de Protección de Datos.

¿Causa o consecuencia?

En el ámbito académico, numerosos estudios han asociado la hiperparentalidad con una deteriorada salud mental en los hijos. No obstante, una revisión sistemática reciente plantea que no hay evidencias concluyentes de que este estilo parental sea la raíz de dichos problemas. Surge entonces la pregunta: ¿es la salud mental el origen o el resultado de la hiperparentalidad? Se requieren investigaciones longitudinales para esclarecer esta relación.

Sí hay estudios que sugieren que una mayor intervención de los padres puede ser beneficiosa, especialmente en la transición a la edad adulta de jóvenes con discapacidades. Esto nos lleva a considerar que las conductas hiperparentales podrían tener un propósito justificado: las familias podrían estar intensamente involucradas en la vida de sus hijos por motivos válidos.

En cuanto al sesgo socioeconómico que pueda tener este modelo de crianza, aunque se podría asumir que la hiperparentalidad es predominante en familias blancas de clase media, existen investigaciones que desafían esta idea. Un estudio específico reveló que la crianza tipo “helicóptero” es más común en hogares de menor nivel socioeconómico y entre ciertas minorías étnicas. Sin embargo, dicho estudio no encontró evidencia de que los hijos criados bajo este estilo presentaran más problemas que aquellos de otros estilos parentales.

La hiperparentalidad, como cualquier otro estilo de crianza (por ejemplo, los estilos democrático o autoritario), podría estar más vinculada a patrones culturales específicos que a una manera de crianza determinada y universal. Se trataría de una forma de educar adaptativa: se amolda a las demandas del entorno cultural y psicosocial.

¿Es la hiperparentalidad realmente un problema?

La percepción actual sobre la hiperparentalidad carece de datos empíricos sólidos que sugieran un aumento excesivo de este estilo en la crianza, o que esta forma de educación sea perjudicial. No hay análisis profundos sobre por qué surgen conflictos relacionados con la hiperparentalidad, y sería valioso explorar a fondo estas dinámicas desde una perspectiva cualitativa.


Una versión de este artículo se publicó originalmente en el blog EIDLE.The Conversation

Beatriz Martín del Campo, Profesora Titular de Universidad. Psicología Evolutiva y de la Educación., Universidad de Castilla-La Mancha

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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