¿Es posible evitar otra tragedia como la del incendio de Campanar en Valencia?

El 22 de febrero de 2024 toda España se vio sacudida por el incendio que devoraba dos bloques de viviendas en el barrio de Campanar de Valencia. Las noticias sobre la evacuación de los vecinos y la intervención de los bomberos nos mantuvieron en vilo La tragedia humana, especialmente la pérdida de vidas y heridos, es difícil de asimilar, pero también la destrucción total de las viviendas y de los enseres personales. Pero, ¿por qué sucedió esta tragedia? ¿Es posible evitar que ocurra de nuevo?

¿Es posible evitar otra tragedia como la del incendio de Campanar en Valencia?
Incendio ocurrido en el barrio valenciano de Campanar el 22 de febrero de 2024. RTVE

Tiempo de lectura estimado: 11 minutos


Alberto Tascón Vegas, Universidad de La Rioja

Un caso de incendio de fachada

El informe de la policía científica ha apuntado al fallo de un frigorífico en el interior de una vivienda como causa del incendio. Pero, a diferencia de otros muchos incendios en los que el fuego se propaga principalmente por el interior del edificio, este tuvo la particularidad de que se extendió masivamente y con gran rapidez a lo largo de la fachada.

Este comportamiento se denomina “incendio de fachada” y es similar al caso de la torre Grenfell de Londres, en el que fallecieron 72 personas. Parece que existe una tendencia creciente en el número de incendios de este tipo.

Las fachadas ventiladas

Los edificios de Valencia tenían un tipo de fachada denominada “fachada ventilada”. Este sistema constructivo consiste en:

  1. Un recubrimiento exterior a base de paneles, que protegen frente a los agentes meteorológicos y dan el aspecto estético deseado.

  2. Un espacio libre (cámara ventilada). Permite la circulación del aire.

  3. Una capa de material aislante.

  4. Una última capa constructiva en el interior (pared de ladrillo, paneles de hormigón o de madera). Proporciona estabilidad y resistencia al conjunto. A ella se fijan los paneles exteriores, normalmente mediante el uso de perfiles metálicos.

Los paneles exteriores pueden ser cerámicos, de piedra, de aluminio o de otros metales. En el caso de Campanar, los paneles eran de aluminio y estaban constituidos por dos finas láminas rellenas con otro material, cuya función es dar estabilidad mecánica al conjunto. Formaban así un panel compuesto o “composite”.

El efecto chimenea

Este fenómeno permite que circule aire por la cámara ventilada de la fachada gracias a la diferencia de temperaturas, eliminando así el riesgo de humedad en los cerramientos.

Sin embargo, pudo contribuir a la rápida propagación del fuego en muy pocos minutos, ya que esta circulación de aire facilita la ignición y la combustión de los materiales.

Además, a la hora del incendio se registraron rachas de viento de poniente de entre 50 y 60 kilómetros por hora, que pudieron aumentar este efecto chimenea.

La normativa contra incendios en España

La normativa ha ido modificándose y mejorando con el tiempo. En marzo de 2006 se publicó el Código Técnico de la Edificación, que incluía un documento de seguridad en caso de incendio denominado CTE DB-SI.

Este documento incorporaba exigencias específicas de “propagación exterior”: para fachadas de altura superior a 18 metros, como los edificios afectados en Valencia, los materiales de fachada o en el interior de cámaras ventiladas debían ser “B-s3,d2” o mejores, según la clasificación de reacción al fuego de productos y elementos constructivos. Este código significa que el material es combustible, pero con una contribución muy limitada al incendio, que emite humos de elevada y rápida opacidad y que produce muchas gotas o partículas incandescentes.

En 2019 el CTE DB-SI fue modificado y aumentaron las exigencias. Ahora las fachadas de más de 18 metros deben ser “B-s3,d0” o superior. Este código es igual que el anterior, pero añade una nula emisión de gotas o partículas para limitar la propagación del fuego. Además, los aislantes en el interior de cámaras ventiladas de más de 28 metros de altura pasan a ser “A2-s3,d0” o superior (A2 es un producto no combustible). Estos dos requisitos varían en función de la altura de fachada del edificio.

También se introdujo de manera explícita la obligación de sectorizar las cámaras ventiladas, es decir, de colocar barreras físicas dentro de la fachada para retrasar el avance vertical del fuego. Estas barreras deben ser al menos del tipo E30, que significa que evitará el paso de llamas y gases calientes durante 30 minutos.

Sin embargo, parece que la construcción del edificio de Valencia se inició antes de la entrada en vigor del CTE DB-SI, por lo que sería proyectado siguiendo la normativa anterior (la antigua norma NBE CPI-96), que no incluía estas exigencias sobre propagación exterior en fachadas.

La reacción al fuego de los materiales

Cada uno de los elementos incluidos en una fachada ventilada puede contribuir al fuego, o no, dependiendo de sus características. Algunos medios de comunicación han informado de que el panel exterior era de aluminio y la pared interior de ladrillo, que son dos materiales incombustibles.

Por otro lado, se ha especulado con la presencia de distintos polímeros orgánicos (poliuretano, polietileno) en el interior de los paneles composite y también con la presencia de lana de roca como aislante en la cámara ventilada. De manera general, los polímeros orgánicos son combustibles, en mayor o menor medida, mientras que los materiales minerales como la lana de roca son incombustibles.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que un mismo material puede tener una reacción al fuego distinta dependiendo de los aditivos que se hayan podido añadir durante su fabricación. Existen aditivos retardantes, que reducen la reacción al fuego, mientras que otros aditivos ligantes o repelentes al agua aumentan la combustibilidad.

Además, el comportamiento de sistemas complejos como las fachadas ventiladas, que incluyen varias capas y la circulación de aire, presenta muchas incertidumbres y no puede predecirse aplicando los ensayos habituales de combustión. Por ello, se han ideado ensayos específicos para sistemas de fachada, que ya han comenzado a aportar información muy útil para diseñar edificios más seguros.

¿Y cómo podemos evitar otra tragedia?

Debería ser una prioridad identificar los edificios con fachadas similares al de Valencia, clasificándolos en función de los materiales empleados y la normativa de incendios aplicada (anterior al CTE DB-SI, versiones previas a 2019 o versión del 2019).

Además, la altura del edificio es otro factor a considerar para estimar el riesgo, ya que complica la evacuación, incluso con la intervención de los bomberos.

Sin embargo, esta identificación podría tener efectos indeseables para propietarios e inquilinos. En el Reino Unido, el importante número de inmuebles afectado causó una crisis inmobiliaria después del caso Grenfell. Por ello, tras la identificación, debería realizarse una evaluación por parte de expertos en seguridad contra incendios y, a continuación, la adopción de aquellas medidas que se determinen como necesarias para reducir el riesgo a un nivel aceptable.

La sustitución de las fachadas es la solución ideal, pero no la única. En la ingeniería contra incendios se consideran seis capas de seguridad que pueden mitigar el riesgo: prevención, detección, evacuación, sectorización, extinción y resistencia estructural. Por tanto, podemos mitigar el problema instalando sistemas de detección y alarma, mejorando los recorridos de evacuación e instalando sistemas automáticos de extinción.

Para realizar estas mejoras podrían darse ayudas. Si las ha habido para mejorar la eficiencia energética, ¿no debería haberlas para salvar vidas en caso de otro incendio? Como ha apuntado el profesor Guillermo Rein del Imperial College de Londres (Reino Unido), Valencia no será el último caso, ya sea en España o en otro lugar del mundo. De hecho, pocos días después hubo otro incendio de fachada en un edificio en construcción en Rusia.The Conversation

Alberto Tascón Vegas, Profesor Titular de Ingeniería Agroforestal - Seguridad contra explosiones e incendios, Universidad de La Rioja

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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