Las escuelas activas mejoran la salud de sus estudiantes, pero ¿cómo hacerlas realidad?
La escuela ofrece posibilidades de desarrollo a los más jóvenes que va más allá de aprender matemáticas e inglés: también es necesario aprender a moverse y a cubrir necesidades relacionadas con actividad física. Por suerte, este espacio educativo resulta ideal para la promoción del movimiento, incluso más allá de los contenidos específicos de la clase de educación física. Por ejemplo, es posible incentivar a los jóvenes a estar activos en el camino a la escuela, durante las clases, en el recreo y en actividades extracurriculares. Esto requiere cambios a nivel político, así como en el entorno físico y social de los centros
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Javier Brazo-Sayavera, Universidad Pablo de Olavide; Danilo Rodrigues Pereira da Silva, Universidad Pablo de Olavide y David Sánchez Oliva, Universidad de Extremadura
Una reciente publicación concluye que una política escolar nacional que obliga a un mínimo de actividad física diaria (45 minutos para el caso de Dinamarca) durante las horas escolares podría ser una estrategia adecuada para incrementar la actividad física en la infancia y adolescencia.
Pero, ¿qué es necesario tener en cuenta a la hora de seleccionar intervenciones para promocionar la actividad física en el contexto escolar? En un estudio publicado recientemente, un grupo de expertos proponen combinar las preferencias de los propios interesados y no solo las de los científicos. Algunos de los criterios más destacados de los propuestos para estas intervenciones tienen que ver con la gratuidad de la intervención, la duración, la integración en la rutina diaria escolar, la eficacia de la intervención, el potencial de alcance y la reproducibilidad.
Las escuelas activas
Se denominan “escuelas activas” a aquellas que cuentan con programas que fomentan el movimiento desde diferentes perspectivas. Ya hay muchos datos que dan soporte a la exitosa implantación de estos programas. Además, la evidencia científica nos informa de que un programa de ejercicio durante el horario escolar mejora el rendimiento motor y la condición física, aspectos considerados clave para el desarrollo saludable de la población infantil y adolescente.
En concreto, una revisión actual de la literatura científica nos informa de importantes beneficios dependiendo del tipo de intervención/programa:
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El ejercicio interválico intensivo o de saltos/fuerza puede influir positivamente en la condición física, promover tareas desafiantes, necesidades psicológicas y estilos guiados.
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Los juegos que apelan más a la función cognitiva parecen más beneficiosos que aquellos basados en el ejercicio aeróbico para mejorar las habilidades motrices básicas.
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Los ejercicios de saltos/fuerza pueden provocar beneficios a nivel óseo, mientras que la flexibilidad y el equilibrio pueden reducir el riesgo de lesión muscular.
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Una mayor dosis de actividad física de moderada a vigorosa intensidad parece estar relacionada con efectos positivos en la función ejecutiva y el rendimiento académico.
¿Qué se puede hacer para tener más escuelas activas?
Requiere involucrar a todos los grupos de interés. En primer lugar, a las familias, que deben solicitar este tipo de intervenciones por los beneficios positivos para sus hijos. En segundo lugar, al profesorado de cualquier ámbito, que puede colaborar en el desarrollo de este tipo de programas. También a los equipos directivos, que son los que implementan estas iniciativas. Y, por supuesto, a la administración pública responsable que dota de recursos necesarios.
Recientemente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó un informe que destacaba seis oportunidades que ofrecen los centros educativos para la promoción de actividad física:
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Una educación física de calidad.
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Fomento del desplazamiento activo al centro educativo y desde él.
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Fomento de la práctica deportiva extraescolar.
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Promoción de recreos activos.
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Implementación de aprendizaje físicamente activo.
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Promoción de actividad física para alumnado con necesidades espaciales.
Algunas iniciativas actuales ya muestran que todo esto es posible y solo es necesario unificar los esfuerzos de todas las partes involucradas.
Por ejemplo, el Proyecto EUMOVE es una iniciativa europea que propone recursos didácticos prácticos, de acceso gratuito y en cinco idiomas, para fomentar la práctica de actividad física atendiendo a varias de las oportunidades explicadas anteriormente.
Por todo ello, las escuelas activas se presentan como una herramienta muy útil para combatir los problemas asociados a la escasa práctica de actividad física y el incremento en el comportamiento sedentario de la población joven.
Javier Brazo-Sayavera, Profesor del área de Educación Física y Deportiva, Universidad Pablo de Olavide; Danilo Rodrigues Pereira da Silva, Profesor de Educación Física, Universidad Pablo de Olavide y David Sánchez Oliva, Profesor en el área de Educación Física y Deportiva, Universidad de Extreamadura, Universidad de Extremadura
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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