“Nuestra plataforma vende la innovación de universidades de Latinoamérica a empresas de todo el mundo”
Solo el 5 % de las patentes, que se producen en Iberoamérica, ve la luz, el resto quedan guardadas en un cajón. Ginés Perea se propuso cambiar esto y durante la pandemia creó Trampoline Network, a modo de un mercado virtual que sirviera de puente entre la academia latinoamericana y la industria El proyecto también está arrancando en España
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Son tiempos inciertos para la ciencia en Argentina, con un recién estrenado presidente que ha hecho bandera de la supresión de varios ministerios, entre ellos el de Ciencia y Tecnología, degradado al rango de secretaría. En este entorno, Gines Perea (Buenos Aires, 1975) trata de hacer crecer Trampoline Network con la idea de dar un impulso a la innovación y las patentes generadas en las universidades de toda Latinoamérica.
Entrevistamos a Perea en el Ateneo de Madrid, donde recientemente dio una charla para hablar de los entresijos de esta nueva plataforma, que define como “un mercado virtual de propiedad intelectual, en el que las universidades e investigadores pueden vender sus innovaciones al sector privado y a las administraciones públicas”.
En la actualidad, Trampoline tiene convenios firmados con 36 universidades latinoamericanas y con la Organización Mundial de la Propiedad intelectual (OMPI). Cuenta con más de un centenar de innovaciones, que aparecen ya en su web, y con el apoyo de la Universidad Hebrea de Jerusalén como mentor del proyecto.
¿Por qué viste la necesidad de crear esta red de intermediación ente la academia y el mercado en Latinoamérica?
Empecé a darle vueltas a esta idea en 2016, pero no fue hasta la pandemia cuándo ya la perfilé y estudié su viabilidad. En esa época, Cool Hunter, mi otra empresa, que está relacionada con viajes y aeropuertos, permaneció cerrada y pude dedicarme a ello a tiempo completo. En 2022 cree Trampoline, de la que soy fundador y CEO.
Además, soy un inventor frustrado. Quise patentar varias ideas, desde un test de asociación de letras y palabras –que fue mi tesis de doctorado en psicoanálisis–, hasta varios diseños industriales, pero me resultó muy difícil.
Hay que resaltar que solo el 5 % de las patentes que se producen en Latinoamérica ve la luz, el resto quedan quizás guardadas en un cajón, por lo que las posibilidades de crecimiento de innovación en la región son muy grandes.
Vi que había una gran oportunidad en la creación de este mercado virtual que conectase el talento que hay en las universidades latinoamericanas con la demanda de las empresas y gobiernos de todo el mundo.
¿En qué ámbitos de la investigación, que podrían traducirse en patentes, es fuerte la región?
En diferentes ámbitos, pero te diría que los principales tienen que ver con la biotecnología, los fármacos, las energías renovables y todo lo que son ingenierías, sobre todo, las vinculadas al software y la computación cuántica, etc.
La parte biotecnológica es muy relevante por la importancia que en la región tienen la agricultura, la ganadería y los procesos vinculados a esas producciones.
¿Cuántos centros se han adherido a esta plataforma y cómo está yendo?
Hasta el momento, se han adherido 36 universidades de Latinoamérica, entre ellas, destacan la Universidad de Buenos Aires (UBA), que tiene más de 300.000 alumnos, y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que es la principal universidad pública de ese país, con medio millón de alumnos, aproximadamente. Así que tenemos a dos de las grandes usinas de pensamiento y de innovación en la zona. Además, hay otros 56 convenios con universidades que están en revisión y que se firmarán en los próximos tres meses. Prevemos que en julio de este 2024 tengamos unas 100 universidades adheridas a Trampoline.
¿Hay planes de lanzar la plataforma en España?
Sí, ya hemos constituido la empresa aquí como una sociedad limitada [SL] en Castilla y León, más en concreto, en Salamanca. Hemos elegido este lugar porque nos han dado facilidades. Además, tiene un muy buen sistema de red universitaria y también productivo. Vemos que es una zona propicia para instalarnos.
Estamos en una fase inicial de contacto. El pasado mes de septiembre hicimos un evento formal de presentación de Trampoline Network en la Embajada de Argentina en Madrid.
Aquí en España las universidades tienen sus propias Oficinas de Transferencia de Innovación, las OTRIS. ¿No ven a esta plataforma como una especie de competencia o intromisión?
No, al contrario. Nosotros trabajamos de la mano de las OTRIS, que son nuestros socios estratégicos dentro de las universidades.
También existen organismos como las OTRIS en Latinoamérica, supongo…
Sí, lo que pasa es que a menudo los organismos que son públicos, en algunos casos, tienden a ser endogámicos y quedarse dentro del ámbito público. Nosotros justamente lo que hacemos es de puente entre lo público –mejor dicho, entre la academia– y la industria, para que las innovaciones de las universidades latinoamericanas puedan venderse en todo el mundo.
Por tanto, en ese sentido, te diría que somos complementarios, ya que les amplificamos la red de contactos y la visibilidad de sus proyectos de investigación. A su vez, el demandante puede localizar en un solo lugar toda la información sobre la innovación que esté produciendo una región. No tendrá que entrar en las páginas web de las diferentes universidades para buscar algo que, en muchos casos, no va a encontrar, porque tal vez la información no esté disponible en internet.
¿Qué expectativas tienen en Latinoamérica y aquí?
Trampoline está teniendo muy buena acogida por parte de los oferentes de innovación que ven de manera muy positiva la posibilidad de que sus ideas puedan vincularse a la propiedad intelectual. Las universidades que se han adherido y las que están en revisión nos hablan de la necesidad que tienen de encontrar una plataforma para poder mostrar sus proyectos o capacidades.
Por otro lado, vemos que los centros de I+D de las empresas muchas veces necesitan buscar innovación fuera de sus puertas, es decir, fuera de su propia corporación.
Eso es lo que se llama open inovation, ¿no?
Sí, open inovation, ese concepto que está tan de moda... Trampoline es una herramienta muy concreta que permite a las corporaciones y gobiernos ir a buscar nuevas ideas dentro del sector académico.
También si una empresa está buscando, por ejemplo, desarrollos vinculados a un campo de la biotecnología o de energías renovables y no encuentra lo que busca en la plataforma, puede lanzar un challenge [desafío], una competición abierta, que puede tener un premio monetario y en la que hay un límite de tiempo. O puede ser una investigación esponsorizada, que es una búsqueda más hecha a medida de un cliente.
Es bastante frecuente crear spin off universitarias para explotar los resultados de una investigación…
Ya, pero la investigación se puede traducir también en un producto o en consultoría de alto valor agregado que tenga propiedad intelectual. No es necesario que siempre el investigador se convierta en un empresario y cree una empresa. En algunos casos sí y en otros no. Nuestra tesis es un poco distinta.
¿En qué sentido?
Si creemos en un mundo que está muy conectado, cada vez más, y sobre todo tras la pandemia, y que internet si bien parece vieja, es muy nueva, podemos creer también en la venta de las ideas. En este sentido, alguien puede tener una idea en un lugar del mundo y otra empresa en otro sitio puede comprarla, prototiparla, escalarla y patentarla.
Entonces, tener que competir con una corporación, Cuando vos tenés una idea, ya sea nivel creativo o de investigación y tenés diferentes TRL [niveles de madurez tecnológica, por sus siglas en inglés] en distintos estadios de desarrollo de tu investigación, a veces es más factible licenciar o vender esa idea bajo diferentes vehículos, más que crear una empresa. Esa es un poco nuestra tesis.
¿Cuál es el modelo de negocio?
Nuestro modelo es que en caso de que se concrete un acuerdo de transferencia de conocimiento –entre una universidad, una empresa o una administración– Trampoline cobra una comisión del 5 %. Esa comisión no se aplica en los casos de iniciativas con impacto social. También estamos yendo a un modelo de suscripción para las universidades que tengan varias patentes para que opten a una membresía anual.
Es importante destacar que no solo incluimos la venta de la licencia o de la patente, también se puede buscar en la plataforma financiación para patentar, investigar o encontrar un socio estratégico para prototipar o escalar algo que ya esté en la etapa de desarrollo. Ofrecemos todo tipo de alianzas y de colaboración dentro de Trampoline, dependiendo de lo que se esté buscando.
¿Qué respuesta están teniendo de las empresas?
Hemos estado explorando las propuestas de las universidades y este año nos vamos a dedicar a consolidar la oferta. Mantenemos conexión con unas 50 empresas, algunas de ellas multinacionales, pero no puedo revelar nombres por acuerdos de confidencialidad.
En una presentación leí que hacíais la analogía llamándoos el ‘Amazon de la propiedad intelectual’ o el ‘Tinder de la innovación’.
Bueno, en el sentido de que es una plataforma de compra venta de innovación y que brinda a las universidades e investigadores, la oportunidad de hacer match con empresas y gobiernos de todo el mundo. Pero, la verdad, es que ni se parece en nada al modelo de Amazon ni al de Tinder. Nosotros buscamos generar impactos positivos no solo desde el punto de vista productivo, sino también vinculados a temas de sostenibilidad, médicos o sociales. Desde ayudar a salvar vidas, a la lucha contra el cambio climático.
Quizás hoy alguien tenga una idea en Argentina o en Chile que, probablemente, nunca llegue a ver la luz, debido a la falta de canales. No hay autopistas de ida y de vuelta para que esas ideas puedan lograr llegar a otros lados del planeta, y a eso es lo que nosotros queremos contribuir.
El nuevo presidente argentino ha cumplido su plan de suprimir el Ministerio de Ciencia. ¿Qué opina de esto y cómo afecta a su proyecto?
Sí, ha pasado de ser un ministerio a una Secretaría de Estado. Pero el CONICET [Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas], que era lo que estaba en duda, se mantiene. Tiene 12.000 investigadores de primer nivel, por lo que es una usina de pensamiento muy importante. Tendrá un recorte presupuestario y de plantilla, pero va a continuar.
El que haya menos presupuesto para investigar es siempre una mala noticia. Sin embargo, a Trampoline no le afecta, ya que obligará a los científicos a buscar financiación para investigar fuera del Estado. Es un efecto no deseado, pero la plataforma les podría ayudar a conseguir estos fondos. Además, nuestro foco no es Argentina, sino toda Iberoamérica.
¿Cuál es tu reacción?