¿Es el deporte en edad infantil y juvenil siempre una práctica saludable?

Practicar deporte tiene muchos beneficios físicos y sociales. Esto es casi obvio y está respaldado por muchas investigaciones científicas. Se ha demostrado que hacer ejercicio fortalece el sistema inmunológico, ayuda a regenerar las fibras musculares y reduce el riesgo de ciertos tipos de cáncer, como el de colon. Además, mejora la función cerebral, lo que facilita el aprendizaje

¿Es el deporte en edad infantil y juvenil siempre una práctica saludable?
Foto de Yuval Zukerman en Unsplash

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Javier Peña, Universitat de Vic – Universitat Central de Catalunya y Joshua Colomar, Universitat de Vic – Universitat Central de Catalunya

El deporte de competición ayuda a cumplir con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud sobre ejercicio y actividad física. Esta organización aconseja que los jóvenes de 5 a 17 años practiquen al menos 60 minutos diarios de actividad física de moderada a vigorosa. Con solo dos clases de educación física a la semana y poco juego libre, el deporte es una buena opción para mantenerse activo.

Los aspectos negativos: lesiones al alza

Sin embargo, también hay efectos negativos del deporte en la salud física y mental. En ocasiones, se observan lesiones, agotamiento y abandono temprano. Un estudio de 2023 de nuestro grupo de investigación encontró que el 41% de casi 1 300 jugadoras de baloncesto, fútbol y voleibol entre 11 y 21 años de Cataluña, visitaron al médico por lesiones deportivas en una temporada. Estos valores son similares a estudios en Madrid y Castilla La Mancha.

Por mostrar otros datos, hospitales especializados en población infantil y juvenil como el de Sant Joan de Déu en Barcelona han visto un gran aumento en operaciones de ligamento cruzado anterior. Antes del año 2000, realizaban estas cirugías un par de veces al año. Ahora, las hacen al menos tres veces al mes. Este problema es más común en chicas. Por cada chico diagnosticado, hay tres chicas con esta lesión. Además, las chicas suelen sufrir estas rupturas entre los 13 y los 18 años, lo que aumenta el riesgo de una lesión posterior. Estas lesiones pueden tardar un año en recuperarse, por lo que es importante tomarlas en serio.

Otras lesiones muy comunes entre jóvenes deportistas incluyen esguinces de tobillo, traumas en manos y dedos, y problemas de espalda.

Peor condición física de base y más sedentarismo

Varios factores explican esta situación. Hay más chicas practicando deportes de equipo que nunca. Nuestros jóvenes son cada vez más sedentarios y tienen una baja educación motriz y peor condición física, lo que les hace más vulnerables a las demandas específicas del deporte a pesar de practicar actividad deportiva algunos días a la semana.

En España, además, se está imponiendo un modelo de especialización deportiva temprana, enfocado en la competición y con poco espacio para prácticas lúdicas y multideportivas, ideales para primeras edades. Esto puede ser perjudicial.

Los problemas de la especialización deportiva temprana

Aunque especializarse siendo joven es una ruta hacia la excelencia deportiva en deportes como el tenis, el golf o la natación, no es el único camino. Hay evidencia que muestra que los deportistas con una formación multideportiva tienen carreras más largas, juegan más partidos por temporada y sufren menos lesiones graves en ligas profesionales como la NBA.

Recientemente, algunos ejemplos han mostrado este otro camino al éxito deportivo. Katie Cox, portera del Chelsea, también juega baloncesto con los London Lions. Chase Budinger, tras jugar siete temporadas en la NBA, ha conseguido plaza para los Juegos Olímpicos de París 2024 en voleibol de playa.

Generar alarma social sobre algo tan positivo como la práctica deportiva sería irresponsable. Sin embargo, reducir los efectos negativos del deporte juvenil es responsabilidad de todos los involucrados. Existen medidas respaldadas por la evidencia científica que pueden ser adoptadas y deben ser comunicadas a la sociedad.

Estrategias de prevención

Sabemos que estrategias como realizar calentamientos adecuados, tener una buena preparación física, usar material de protección, controlar las cargas de entrenamiento, fomentar una buena hidratación y descanso, y ofrecer una formación deportiva más integral pueden prevenir entre un 40 % y un 60 % de las lesiones graves. Estas medidas también ayudan a evitar el abandono deportivo y los problemas de salud asociados al deporte de competición.

El proyecto SONAR, liderado por nuestro grupo de investigación y financiado por la Unión Europea, busca promover buenas prácticas y proponer soluciones en tres niveles. Primero, intervenciones educativas para entrenadores, deportistas y familias. Segundo, intervenciones ambientales que incluyen la divulgación de estrategias efectivas para prevenir lesiones en el día a día. Y tercero, trabajar con los actores clave del deporte de competición para fomentar la adopción de regulaciones que protejan a los deportistas.

Maximizar los beneficios del deporte

Aunque el deporte ofrece numerosos beneficios para la salud física y mental de los jóvenes, es crucial abordar los riesgos asociados. Mediante la implementación de estrategias preventivas y una formación deportiva equilibrada, podemos maximizar sus beneficios y minimizar sus efectos negativos.

Es imprescindible una aproximación integral y colaborativa para asegurar que el deporte sea una práctica verdaderamente saludable para los jóvenes. Solo la adopción de estas prácticas y la creación de regulaciones garantizará un entorno deportivo seguro y beneficioso para todos nuestros deportistas en el futuro.

Porque queremos que el final del partido esté lleno de risas y alegría, o de llantos de emoción, pero nunca de tristeza, dolor o frustración.The Conversation

Javier Peña, Profesor Titular. Director del Centro de Estudios en Deporte y Actividad Física (CEEAF), Universitat de Vic – Universitat Central de Catalunya y Joshua Colomar, Profesor Doctor. Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, Universitat de Vic – Universitat Central de Catalunya

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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