¿Es mejor hacer ejercicio por la mañana o por la tarde?

Hoy en día, se considera el ejercicio como medicina, ya que es capaz de mejorar un amplio espectro de enfermedades, entre las que se encuentran la diabetes, las enfermedades cardiovasculares o el cáncer. Sin embargo, no todas las personas tienen la misma energía a lo largo del día

¿Es mejor hacer ejercicio por la mañana o por la tarde?
Foto de Jenny Hill en Unsplash

Tiempo de lectura estimado: 6 minutos


Rafael A Casuso, Universidad Loyola Andalucía

El estilo de vida actual nos ha llevado a eliminar actividades físicas que hacían habitualmente nuestros abuelos, como trabajar en el campo. Para colmo, las hemos reemplazado por actividades sedentarias como ver la tele en el sofá. Esto ha generado una problemática preocupante en España: en los últimos 30 años, la incidencia de enfermedades como la diabetes y el colesterol se ha duplicado, según los datos revelados por la Encuesta Europea de Salud 2020.

Este aumento alarmante nos obliga a repensar nuestros estilos de vida y a explorar soluciones asequibles que mejoren nuestro bienestar. Una de estas soluciones, que está al alcance de todos, es tan simple como eficaz: ¡hacer ejercicio físico!

Algunos de nosotros experimentamos un pico de energía por la mañana, lo que nos hace sentir más dispuestos a ejercitarnos en ese momento en las primeras horas del día. Otros, en cambio, prefieren aprovechar la tarde o la noche para darlo todo en sus rutinas de ejercicio.

De ahí surge una pregunta natural: ¿es igual de beneficioso realizar ejercicio por la mañana que por la tarde? Este interrogante se ha convertido en un tema de gran interés en la comunidad científica.

Para controlar el azúcar y mejorar la salud cardiovascular, ejercicio por la tarde

En los últimos años, se ha acumulado evidencia científica comparando los efectos del ejercicio matutino versus el vespertino. Un reciente metaanálisis evaluó el efecto conjunto de 9 estudios en los que participaron un total de 450 personas. Los resultados revelaron que el ejercicio por la tarde resulta más beneficioso para la salud cardiovascular.

La conclusión se obtuvo tras observar una mayor reducción de los niveles de triglicéridos en la sangre tras el ejercicio vespertino. La actividad física a esta hora también es la mejor opción para disminuir la tensión en personas con hipertensión arterial. Por si fuera poco, en personas con diabetes tipo 2, el ejercicio por la tarde es más eficaz para controlar los niveles de azúcar en sangre.

Es importante señalar que esta línea de investigación es muy reciente, y tiene que quedar bien claro que el ejercicio es siempre beneficioso, independientemente del momento en el que se realice. Quienes no tienen flexibilidad horaria para escoger cuándo hacer ejercicio, pueden continuar haciéndolo por la mañana. Y en ese caso, obtendrán un beneficio extra al mejorar su capacidad de atención, memoria y toma de decisiones.

Consejos para elegir la mejor hora para entrenar

También existen estudios que sugieren que el ejercicio por la tarde puede tener un efecto un poco más pronunciado en la pérdida de peso. A lo que se suma que la actividad física al final del día parece disminuir el apetito.

Sin embargo, es crucial entender que el ejercicio por sí solo no es la mejor estrategia para la pérdida de peso. Por eso, si nuestro objetivo fundamental es darle un bocado a la báscula, el ejercicio debe acompañarse de ajustes nutricionales, independientemente de a qué hora se practique.

Cuando planeamos ejercitarnos por la tarde, la elección del tipo de ejercicio es relevante. Conviene evitar actividades vigorosas y entrenamiento con pesas en las horas previas al sueño, porque podría afectar adversamente la calidad y duración del mismo.

Para asegurarnos un sueño reparador es recomendable dejar que transcurran al menos dos horas entre el ejercicio vigoroso de la tarde y la hora de dormir. Esto contribuye a tener un descanso nocturno más efectivo y saludable, algo muy relevante para aquellas personas a las que les cuesta conciliar el sueño.The Conversation

Rafael A Casuso, Profesor Investigador en Ciencias de la Salud, Universidad Loyola Andalucía

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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