¿Estamos frenando la transición energética en España?
La transición energética en España muestra un compromiso institucional alineado con objetivos europeos e internacionales, pero enfrenta obstáculos en su implementación práctica en la vida cotidiana de los ciudadanos
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Jesús Bermejo-Berros, Universidad de Valladolid
La transición energética es tanto una necesidad para adaptarnos al impacto del cambio climático, como una oportunidad para un cambio de modelo económico y, como ha puesto de manifiesto la guerra de Ucrania, para reducir la dependencia energética. Este artículo suscita una reflexión sobre el proceso que España está llevando a cabo ante este reto.
A partir de un caso real y concreto, se ilustra la contradicción que puede existir entre el discurso político, o el marco legislativo global, con la práctica real y la implantación cotidiana de esa transición energética tan necesaria.
El compromiso institucional
España se ha alineado con las iniciativas gubernamentales europeas e internacionales (como el Pacto Verde Europeo o las Conferencias de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático) y ha publicado diferentes documentos que plasman objetivos y estrategias (compromiso contra el cambio climático, Plan de Acción de Cambio Climático). Como ha quedado recogido por el Ministerio para la Transición Ecológica, existe un marco estratégico de Energía y Clima (Ley de Cambio Climático, Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030, Estrategia de Transición Justa).
A la vista de los proyectos y planes gubernamentales en España (por ejemplo, proyectos de reducción de emisiones FES-CO2, planes PIMA, etc.), a los que se añaden diferentes declaraciones de los responsables políticos e informes globales de emisión de C0₂ en los compromisos de descarbonización, podríamos pensar que España va por el buen camino.
Aplicación en la vida cotidiana
El compromiso global que muestra el anterior marco político y legislativo es necesario, pero no es suficiente. Para que la transición energética sea real y efectiva es preciso que su aplicación, en la vida cotidiana de los ciudadanos, tome cuerpo.
Así, por ejemplo, en países del entorno europeo como Francia se están tomando medidas claras para que las familias adapten sus casas a una mejora energética, afrontando así los compromisos de descarbonización.
En España, que sigue recibiendo sanciones por exceso de emisiones de gases efecto invernadero, existe la voluntad política de seguir la senda de la transición energética. El Observatorio de Sostenibilidad recomienda energías renovables.
El Ministerio para la Transición Ecológica ha elaborado una Hoja de Ruta de Autoconsumo en la que insta y apoya a toda la población a poner en marcha medidas de autoconsumo.
Sin embargo, esa voluntad institucional choca con algunas realidades concretas que frenan de facto este proceso en el territorio español.
Patrimonio cultural y transición energética
Conservar el rico patrimonio histórico español es compatible con la transición energética. Existen poblaciones con destacados edificios históricos (Toledo, Alcalá de Henares, monasterio de San Lorenzo de El Escorial, etc.). Sin embargo, en algunos casos se da una situación contradictoria.
Así, en el Decreto 52/2006 de la Comunidad de Madrid, se declaró bien de interés histórico-cultural el Real Sitio de San Lorenzo de El Escorial en la categoría de territorio histórico (el único en España). A diferencia de lo que ocurre con los conjuntos históricos urbanos, esta decisión hizo que se ampliase la zona de interés cultural, no solo a los edificios históricos de El Escorial, sino también a toda una comarca, con extensas zonas residenciales modernas y polígonos industriales, en el perímetro de la denominada Cerca Histórica de El Escorial de Felipe II.
La Cerca es un muro de piedra (hoy muy deteriorado) que Felipe II ordenó construir con el doble objetivo de delimitar el Bosque Real y evitar la salida de la caza mayor y la entrada de intrusos. Su trazado tiene unos 51 kilómetros de longitud y abarca un área de unas 9 960 hectáreas, comprendiendo la mayor parte de los territorios de los municipios de El Escorial y San Lorenzo de El Escorial y una parte de Zarzalejo.
Tras la promulgación de la ley de desvinculación de 1869, buena parte de los terrenos de la cerca fueron vendidos y, finalmente, quedó un marco territorial dividido en unas ochenta propiedades. En zonas de este territorio existen hoy numerosas casas modernas, que no corresponden al concepto de “conjunto histórico-cultural” y no deberían estar sujetas a protección de Patrimonio. Sin embargo, sorprendentemente, lo están.
Placas solares a 15 kilómetros de El Escorial
En la mayor parte de El Escorial existen hoy enormes dificultades para poner placas solares en las casas modernas, sin valor histórico, contraviniendo así la hoja de ruta de autoconsumo y toda la filosofía de transición en el espíritu de la ley y el marco estratégico de energía y clima español.
Por ejemplo, el núcleo urbano de Los Arroyos (unos 6 000 habitantes) se encuentra a 15 kilómetros de El Escorial, ayuntamiento del que depende. Se trata de viviendas unifamiliares recientes, sin valor cultural alguno desde el punto de vista del patrimonio a proteger. Para instalar placas solares en sus viviendas, los vecinos tienen que presentar una compleja y ardua documentación que es examinada por la Comisión Local de Patrimonio Histórico de El Escorial y el Ayuntamiento, que decide aprobar o no la instalación (que según las empresas instaladoras es idéntica a las que instalan en otros municipios).
Muchas familias ven rechazada su solicitud y otras muchas ni siquiera inician los trámites porque conocen la difícil realidad. Según las cifras de los ayuntamientos, hubo más autorizaciones (35) en un mes en Galapagar (enero 2022) que en 15 meses, desde enero 2022 a marzo del 2023 (34), en El Escorial y San Lorenzo.
Desde hace más de dos años, asociaciones de vecinos como Entorno Escorial han desplegado enormes esfuerzos (escritos y reuniones con alcaldes, defensor del pueblo, Patrimonio, etc.) para hacer ver a la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Comunidad de Madrid, así como a los ayuntamientos de El Escorial y San Lorenzo, que una cosa es proteger el Real Sitio y su entorno del casco urbano, algo que todo el mundo suscribe, y otra es prohibir poner placas solares a 15 kilómetros de El Escorial, en casas familiares modernas de urbanizaciones periféricas.
A día de hoy, la situación apenas ha cambiado. Al mismo tiempo, ahondando en la contradicción, está en marcha la instalación de un polígono industrial macrocentro comercial dentro de la misma zona.
El camino a la transición energética
La transición ha de ser un esfuerzo colectivo, de empresas y particulares. Poner trabas a la instalación de placas solares unifamiliares en zonas que no tienen valor histórico-cultural es frenar el proceso de mejora y adaptación que ha iniciado España.
El freno a las placas solares en el territorio de El Escorial plantea interrogantes sobre la manera en que estamos llevando a cabo la transición: quién detenta las decisiones y por qué tales decisiones, por qué existe desigualdad entre territorios (incluso dentro de la misma comunidad autónoma, ya que Madrid eliminó la obligación de pedir licencias para poner placas fotovoltaicas para autoconsumo en 2021). El caso aquí descrito ilustra la necesidad de seguir trabajando para levantar los frenos hacia una transición energética real.
Jesús Bermejo-Berros, Catedrático de Comunicación Audiovisual y Publicidad en la Universidad de Valladolid y Director del Laboratorio LipsiMedia Ad-Lab, Universidad de Valladolid
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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