Innovación y competitividad: piezas clave de una nueva política industrial verde de la UE

La UE debate cómo alinear el Pacto Verde con una política industrial competitiva. Factores externos, como la pandemia y la guerra en Ucrania, han expuesto vulnerabilidades europeas, aumentando el riesgo de fuga de carbono y pérdida de competitividad

Innovación y competitividad: piezas clave de una nueva política industrial verde de la UE
Foto de Dylan Gillis en Unsplash

Tiempo de lectura estimado: 9 minutos



Jorge Fernández Gómez, Universidad de Deusto

Existe un profundo debate en la Unión Europea (UE) sobre cómo hacer compatible el Pacto Verde con una política industrial que permita a las empresas e industrias europeas competir en los mercados internacionales.

¿Cuáles son las claves para el éxito de una nueva política industrial europea que alinee la competitividad empresarial con los principios de sostenibilidad medioambiental (y social) que defiende el Pacto Verde europeo?

Riesgos para la industria europea

La UE fue pionera en establecer una estrategia de crecimiento y competitividad a largo plazo con el lanzamiento del Pacto Verde Europeo, en diciembre de 2019. Esta estrategia se centra en una transición “verde, circular, digital y justa” y en el liderazgo industrial global en cadenas de valor de tecnologías limpias.

Sin embargo, la pandemia de covid-19, la invasión de Ucrania por Rusia –y la posterior guerra, que además expuso la enorme debilidad de la economía europea en el ámbito energético–, las agresivas políticas industriales, tecnológicas, fiscales y comerciales de China y EE. UU., y otros factores, como la nueva geopolítica del cambio climático y la energía limpia, han aumentado el riesgo de fuga de carbono (el éxodo de empresas e inversiones a otras regiones del planeta) a corto plazo y de pérdida de competitividad en el medio y largo plazo en industrias clave para la economía europea.

Factores externos

Estos factores externos han provocado que la UE haya pasado de una posición proactiva y de liderazgo climático y tecnoindustrial, a otra reactiva ante las medidas que se toman en otros países y regiones para la transición hacia las energías limpias.

Por ejemplo, los incentivos fiscales y créditos incluidos en la Inflation Reduction Act estadounidense, una ley que busca reducir para 2030 las emisiones de gases de efecto invernadero en EE. UU. hasta un 41 % respecto de 2005, pero también atraer inversión y generar ventajas industriales, han obligado a la UE a replantear su política industrial y tecnológica.

También la posición de dominio de China en las cadenas de suministro de materias primas esenciales para la transición energética y la digitalización ha lanzado a Europa a establecer una estrategia a largo plazo que garantice su suministro, como la recién aprobada Ley Europea de Materias Primas Fundamentales.

El Mecanismo de Ajuste por Carbono en Frontera, un impuesto en frontera a las importaciones de determinados productos para proteger industrias fundamentales para la UE, es un claro ejemplo de esta respuesta reactiva y de carácter defensivo.

En este contexto, ¿cómo se podrían reenfocar las políticas industrial, energética y climática para proteger la competitividad de la industria europea?

Algunas reflexiones recientes de representantes de la industria, del mundo académico y de expertos con amplia experiencia en las instituciones europeas permiten delinear el nuevo enfoque para una política industrial verde efectiva en Europa.

Propuestas industriales

En febrero de 2024, una buena representación de la industria europea identificó las bases de la nueva orientación de la política industrial en la UE en la Declaración de Amberes. El documento menciona la necesidad de llevar adelante cuestiones como:

  • Simplificar algunos aspectos del marco regulatorio europeo.

  • Crear herramientas eficientes para financiar la descarbonización industrial y el despliegue de energías limpias a gran escala.

  • Avanzar de forma decisiva en el mercado único y en una fiscalidad energética eficiente.

  • Desarrollar las infraestructuras energéticas, digitales y de transporte.

  • Fomentar la demanda de productos y servicios con baja huella medioambiental.

  • Impulsar un ecosistema de innovación más inteligente, colaborativo, ágil y pragmático, centrado, por ejemplo, en la transferencia de innovación a las empresas o en el despliegue de proyectos first of a kind, innovadores y potencialmente disruptivos.

Propuestas académicas

El mundo académico también aporta ideas novedosas en este debate. Por ejemplo, el profesor Dani Rodrik, Premio Príncipe de Asturias 2020, argumenta que una política industrial exitosa debe:

  • Marcar objetivos concretos y claros.

  • Fomentar la interacción y colaboración continua entre el sector privado, las instituciones públicas y otros agentes (por ejemplo universidades y centros tecnológicos).

  • Basarse en flexibilidad y disciplina –entendida como la capacidad de abandonar políticas o apuestas fallidas– por parte de los gobiernos.

Otros autores argumentan que las nuevas políticas industriales deben abordar grandes retos, creando valor y bienestar para la sociedad y no solo empleo y crecimiento económico, lo que justificaría un mayor uso de herramientas que antes se consideraban ineficientes.

Propuestas institucionales

El exprimer ministro italiano y exparlamentario europeo Enrico Letta presentó en abril su informe sobre la integración del mercado único europeo, en el que plantea que, ante la fuerte competencia mundial, la UE debe avanzar en consolidar un gran mercado europeo con la escala suficiente para competir globalmente.

Y Ann Mettler, exdirectora del Centro de Estrategia Política de la Comisión Europea, defiende una nueva estrategia de cooperación-competencia tecnológica y comercial entre EE. UU. y Europa en torno a un Green Transatlantic Marketplace para hacer frente a los nuevos desafíos geopolíticos (entre ellos el eje Rusia-China) y diseñar un Pacto Verde Europeo “con un mejor modelo de negocio”.

Conclusiones

Todos estos elementos deben tener cabida en un nuevo enfoque de la política industrial europea, junto con la respuesta a otros aspectos relevantes, como la seguridad del suministro energético, el impacto social de la transición sostenible o su coherencia con la estrategia geopolítica de la UE.

No puede retrasarse la reorientación, conjunta y simultánea, de la política industrial y del Pacto Verde. Europa se juega mucho, tanto las generaciones actuales como las futuras.The Conversation

Jorge Fernández Gómez, Investigador sénior y coordinador del Lab de Energía de Orkestra - Instituto Vasco de Competitividad, Universidad de Deusto

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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