José Antonio Cordón: "La lectura digital ha permitido la incorporación del lector en el proceso de edición"

José Antonio Cordón: "La lectura digital ha permitido la incorporación del lector en  el proceso de edición"
José Antonio Cordón García y María Muñoz Rico, catedrático y doctora en la Universidad de Salamanca

Tiempo de lectura estimado: 6 minutos


"El poder de la lectura. Geografías del libro, el lector y la edición en el ensayo y la literatura" es el título del nuevo libro de José Antonio Cordón García y María Muñoz Rico, un texto que analiza la lectura desde diferentes puntos de vista. José Antonio Cordón, catedrático de la Universidad de Salamanca, ha dedicado su docencia e investigación al estudio de la Historia del Libro y la lectura en su vertiente más contemporánea. Por su parte, María Muñoz Rico, doctora en Información y Documentación es miembro del grupo de investigación reconocido e-Lectra. 

- ¿Cuál es el poder de la lectura?

La lectura reviste un carácter polifacético en cuanto a sus influjos y poderes, por cuanto interviene en todas las esferas de la vida, sobre todo desde que, hace unos años, se produjo la migración hacia entornos digitales con una fuerte implantación en la sociedad, singularmente a través de los teléfonos móviles. Pero si tuviéramos que seleccionar un valor predominante, habría que subrayar su condición de extensión del cerebro, con un potencial cada vez mayor tanto en el terreno de la ficción como en el de la investigación. La lectura permite vivir otras vidas, otros mundos y, sobre todo, pasear sobre los hombros de quienes nos han precedido en el tiempo, preservando la memoria de la humanidad y legándola a las generaciones futuras. Como diría Quevedo, nos permite escuchar con los ojos a los muertos.

- En su libro hace un repaso a los estudios y ensayos sobre la lectura, ¿cómo han hecho la selección?

El criterio que se ha seguido ha sido de carácter cronológico primero, esto es, ensayos y ficción sobre el mundo del libro y de la lectura escritos en el siglo XX y XXI, temático después, con un recorrido por la historia y las prácticas de lectura, por los estudios que se han desarrollado, pero también por los testimonios y las ficciones que han generado sus artífices, su entorno, como editores, impresores, libreros, bibliotecas, y cómo no, los lectores. Una parte importante del libro está dedicada precisamente a las novelas en las que todos estos elementos cobran un protagonismo especial.

- Hablan de la lectura digital, ¿qué papel juega en la actualidad?

Un papel fundamental pues, sin desmerecer la importancia del libro impreso, evidenciada por cinco siglos de andadura que han conducido a la consecución de una artefacto casi perfecto, la lectura digital ha permitido la incorporación del lector en  el proceso de edición, así como una ampliación muy importante de las oportunidades de lectoescritura, en la medida en que han caído las barreras de entrada editoriales y se ha ampliado el acceso en cualquier tiempo y lugar a los contenidos digitales, propiciando un escenario de crecimiento exponencial de las oportunidades en cuanto al consumo de contenidos. Los únicos “debe” en este nuevo entorno son los imputables a los problemas relacionados con la economía de la atención, y la privacidad del lector, en un contexto de captación de datos e intervenciones que son aprovechados por las grandes plataformas en una economía presidida por el capitalismo lingüístico.

- En definitiva, ¿diría que con este libro pone en valor los libros y su lectura?

Sin ninguna duda, todos aquellos que quieran aproximarse a los aspectos más canónicos de estos, pero también a los mas divertidos y desenfadados, como los de las pulsiones, desviaciones y “patologías”, encontrarán en esta obra pasajes y sugerencias que posiblemente les abran horizontes nuevos.

- El libro probablemente solo lo leerán aquellos que habitualmente leen, ¿cómo convencer a los que no disfrutan de la lectura?

La lectura reviste un componente emocional y biográfico difícilmente solventable con argumentos racionales, tan  socorridos y frecuentes en el desarrollo de todo tipo de políticas culturales. En cierto modo, es como convencer a un adicto al tabaco de que lo deje, o a una persona sedentaria de que haga deporte, sin que existe una voluntad decidida de un cambio de actitud. Por otra parte, la lectura, que exige disciplina, concentración, y esfuerzo cognitivo, en modo alguno puede competir con otros productos de las industrias culturales o de ocio mucho más apropiados para seguir instalados en la zona de confort particular del tiempo de asueto. Quizá un argumento, capcioso pero eficaz, puede ser que, en algunas partes de la obra, se pueden encontrar procedimientos para hablar de los libros que no se han leído y, de manera vicaria, simular un bagaje cultural que, ni por voluntad ni por experiencia, se posee. De cualquier modo, somos conscientes de que el ejercicio de la lectura sigue siendo minoritario, si entendemos por esta práctica la referida a la lectura de libros, que es la que reviste una condición más profunda, crítica y sostenida en el tiempo. Una forma que responde a lo que recientemente se reclamaba en el Manifiesto de Ljubljana (The Ljubljana Reading Manifesto: Why higher-level reading is important, https://readingmanifesto.org/), que defiende la lectura intensiva, paciente y reflexiva.

 

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