Las ‘trementinaires’ no eran brujas, sino grandes conocedoras de la naturaleza

Estas mujeres del Pirineo Catalán destacaron durante el siglo XIX y primera mitad del XX por su amplio conocimiento sobre las hierbas locales y sus propiedades medicinales. Ahora una profesora de la Universidad Autónoma de Madrid revela cómo desarrollaron su oficio, desafiando los roles femeninos tradicionales de su época

Las ‘trementinaires’ no eran brujas, sino grandes conocedoras de la naturaleza
Bendición de hierbas aromáticas y medicinales con motivo de la Fira de Sant Ponç en 1915 en la calle Hospital de Barcelona. / Archivo Nacional de Cataluña (Generalitat de Catalunya)

Tiempo de lectura estimado: 6 minutos


Fuente: UAM
Derechos: Creative Commons.

El de trementinaire fue un oficio, principalmente femenino, que existió en del Pirineo Catalán desde el siglo XIX hasta la llegada de la industrialización a las zonas rurales, y que permitió a estas mujeres convertirse en el motor económico de sus familias y de las regiones que habitaban.

En un artículo publicado en el Journal for the History of Knowledge, la profesora Elisa Garrido Moreno de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) propone una revisión de lo que las experiencias individuales de estas mujeres con el mundo natural aportaron al conocimiento, la autonomía femenina, e incluso al mantenimiento del ecosistema en el que vivían.

Partiendo de la hipótesis de que todos los conocimientos son “situados” —parciales y dependientes del contexto—, la autora ofrece una reflexión sobre las trementinaires como un estudio de caso para comprender el papel de los saberes al margen, en este caso, el de las mujeres rurales sobre el medio natural, cuyas voces no han estado bien representadas en la construcción de conocimiento sobre la naturaleza y sus recursos.

El trabajo parte de un proceso de documentación realizado, sobre todo, a partir del estudio etnográfico publicado por Joan Frigolé Dones que anaven pel món (2005) y la colección documental de El Museu de les Trementinaires (Lleida) que conserva la memoria oral y material de estas mujeres.

El oficio de trementinare

Se trataba de un oficio itinerante. Durante los meses cálidos, se recogían, catalogaban y guardaban las especies más necesarias para la elaboración de sus fórmulas. Precisamente, el nombre por el que eran conocidas (trementinaire) viene de la esencia de trementina, un remedio por el que eran especialmente demandadas.

Tras la colecta y con la llegada del frío, abandonaban el núcleo familiar, dejando a los hombres al cuidado de la familia en el hogar, para emprender largos viajes con el fin de comercializar sus productos y abastecer a sus clientes de los remedios que iban a necesitar durante el invierno.

Aquellos viajes podían durar meses, lo cual pone de relevancia el desafío a los roles de género que aquello suponía para el funcionamiento tradicional de la familia, en un tiempo en el que no era frecuente ver a mujeres viajando en solitario y, mucho menos, comerciando y ejerciendo su propio oficio.

El artículo destaca este hecho y, además, revela una serie de tecnologías y prácticas propias, elaboradas por ellas mismas. Por ejemplo, las bolsas que empleaban para transportar y secar las hierbas se confeccionaban con ropa de cama, tejidas con viejas fundas de cojines.

Para la recolección de setas y hongos, también desarrollaron un método particular, secándolos y enhebrándolos como collares. El aceite de trementina se solía transportar en latas metálicas singularmente atadas al cuerpo durante las extensas travesías.

Conocimiento oral

Los saberes de las trementinaires se transmitían de forma oral, entre abuelas, madres e hijas, y se guardaban como secretos de familia. Precisamente por este motivo, estas mujeres han permanecido al margen de la historia del conocimiento, ya que resulta tremendamente difícil encontrar referencias escritas de sus aportaciones.

Gracias a su amplio conocimiento de los recursos naturales, generalmente inaccesible para las mujeres de su tiempo, las trementinaires lograron desarrollar un oficio que venía a cubrir las necesidades médicas de muchas de las familias que vivían en los alrededores del valle y las ciudades cercanas.

En ocasiones, se las calificaba de “brujas” en los lugares que visitaban, una acusación injusta que se basaba en cuestiones erróneas sobre la moral y los prejuicios del ideal femenino de la época.

Sobre ello también reflexiona el estudio. Conocimientos “brujeriles” y científicos, frecuentemente, se confunden cuando se trata de la historia de las mujeres. Son estereotipos que deben ser superados. En el caso de las trementinaires, su conocimiento especializado incluía la identificación de multitud de especies, dónde encontrarlas, cómo conservarlas, cuando recolectarlas y cómo aplicarlas.

Su sabiduría acerca de su entorno natural no solo era una cuestión de conocimiento, sino una forma de supervivencia; unos conocimientos que resultan de tremenda actualidad, dada la situación medioambiental que ha sido provocada, en parte, por la separación progresiva entre el ser humano y la naturaleza. 

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