Menos alumnos, ¿más calidad en educación?

Por cuarto año consecutivo, los datos demográficos indican una bajada notable de la natalidad en España. En el caso de que eso suponga una tendencia estructural, a largo plazo, ¿podemos pensar que los presupuestos en educación van a sufrir una merma significativa? ¿Se puede establecer alguna lógica entre el gasto en educación y el número de escolares? ¿Sería de recibo que a una bajada del número de alumnos escolarizados se correspondiera una reducción en la inversión?

Menos alumnos, ¿más calidad en educación?
Foto de Susan Q Yin en Unsplash

Tiempo de lectura estimado: 10 minutos


Enric Prats, Universitat de Barcelona

En 2021, último año con datos consolidados, el gasto público en educación ascendió a casi 60 000 millones de euros, una cifra que incluye la inversión en todas las etapas educativas por parte de las administraciones educativas, central y autonómicas. De esta suma, el 72 % se destinó a las etapas de educación infantil, secundaria, bachillerato y formación profesional. Es decir, cerca de 43 000 millones de euros fueron asignados a los tramos educativos que acogían, también en 2021, a más de 9 millones de alumnos de las enseñanzas no universitarias, exactamente 9 129 023.

Relación gasto-alumnos

Un repaso histórico nos alumbra acerca de la relación entre gasto público y número de efectivos escolares. Así, una década antes, en 2011, teníamos 7 782 182 alumnos de las etapas no universitarias (un 17 % menos) y el gasto público se elevaba a cerca de 35 000 millones (un 22 % menos). En pocas palabras, en estos 10 años ha habido un crecimiento más fuerte en términos económicos que en número de alumnos.

Es cierto que las fluctuaciones en la inversión educativa se asocian a crisis económicas más o menos severas y a políticas de contención que algunos partidos han realizado en educación. De todas maneras, los datos son estables y han ido manteniendo una tónica parecida en las últimas décadas.

Número de docentes

Si tenemos en cuenta que, de los 60 000 millones de euros de 2021, más del 75 % se destinaba a personal, el incremento más sustancial en esta década se ha producido también en el número de docentes, que ha pasado de 720 000 a 810 000: un 12,5 % de incremento. De todas maneras, aquel aumento del 17 % de alumnos no ha ido acompañado de un dato parecido en profesorado, lo que significa, por tanto, que se ha incrementado la presión en las aulas.

Todo ello conduce a un conjunto de reflexiones que deben considerarse globalmente, nunca por separado.

Natalidad rural o urbana

Cabe pensar que la reducción de natalidad no se está produciendo de la misma manera en todos los territorios ni en todas las áreas pobladas. Se está dando una desigualdad que vuelve a polarizarse en zonas urbanas y metropolitanas en detrimento de áreas rurales, a lo que se añade en estas últimas el fenómeno de despoblación.

Además, los estudios demográficos no se ponen de acuerdo en dictaminar si estamos asistiendo a un fenómeno estructural, a largo plazo, o bien coyuntural, a medio o corto plazo. Todo ello suele estar determinado en función de otras variables que se escapan de lo estrictamente educativo: recuperación económica, ayudas a familias, mercado de vivienda, políticas de inmigración, etc.

Cierre de escuelas

Según el informe España 2050, que sigue las estadísticas europeas al respecto, la tendencia demográfica a la baja conllevaría el cierre de unas 30 000 escuelas, que afectaría principalmente a las zonas rurales más despobladas y a los núcleos urbanos más envejecidos.

Se entiende que un número de alumnos por debajo de una cifra crítica, difícil de precisar, no justifica el mantenimiento de edificios y profesorado. En zonas rurales medio despobladas, por ejemplo, el cierre de la escuela pronostica el abandono casi total de la población a medio plazo, algo inasumible por parte de los poderes públicos locales.

Por su parte, en zonas urbanas afectadas por el envejecimiento de la población, donde es probable que se produzca también un fenómeno de gentrificación, las clases medias y bajas tienden a desplazarse hacia otros núcleos, provocando además una reducción de efectivos escolares. Por todo ello, los criterios para el cierre de escuelas varían en función de las condiciones sociales, económicas y demográficas del entorno.

Por otro lado, cabe diferenciar la situación de las escuelas públicas y la de las escuelas privadas sostenidas con fondos públicos (las escuelas concertadas). En este sentido, debemos recordar que en 2021 las transferencias financieras en concepto de conciertos educativos a estas escuelas privadas suponían el 12 % del total del presupuesto total de 60 000 millones. Así pues, se añadiría otro criterio de selección de escuelas: en el caso de reducción drástica de aulas y centros, en lugares donde cohabiten escuelas públicas y escuelas privadas, el político de turno tendrá que tomar la decisión de qué escuelas cierra.

En ese mismo horizonte de caída de natalidad, es preciso recordar que una buena parte de las plantillas de profesorado que entraron a la profesión con el crecimiento de la década de 1980 estará cerca de la jubilación, lo que puede ayudar a enjuagar esa posible bajada.

Recomposición del sistema educativo

Sin embargo, si las previsiones solo se cumplen a medio plazo, con una bajada de natalidad no tan acusada y compensada con un incremento del flujo migratorio de entrada, es más que probable que asistamos a una recomposición del sistema educativo.

En primer lugar, ello puede ayudar a aligerar la proporción de alumnos por profesor; es decir, se puede reducir la presión en las aulas que se ha visto cómo se incrementaba en la última década. Las tendencias pedagógicas apuntan hacia modelos de codocencia, con la presencia de dos o más docentes en una aula, lo que permite pensar en una atención más directa sobre los alumnos.

Además, la bajada de natalidad puede permitir la dedicación de docentes a tareas nuevas que surgen de necesidades socioeducativas que están emergiendo en las escuelas en las últimas décadas y no están siendo atendidas como corresponde: atención a los más vulnerables, lucha contra el abandono y el absentismo, refuerzo escolar para asegurar la calidad, atención a situaciones de acoso escolar, apoyo emocional, etc.

Esta diversificación de tareas y de perfiles profesionales puede permitir la recomposición de equipos educativos más interdisciplinares en las escuelas, que den salida a las situaciones descritas y puedan abrirse más hacia la comunidad, para conseguir espacios educativos más abiertos.

Todo ello no repercutiría, por lo tanto, en una reducción del gasto público, sino todo lo contrario: como anticipa el mencionado informe España 2050, a tres décadas vista se podría llegar a duplicar el gasto público por alumno, siempre que se mantuvieran las cifras actuales.

En suma, deberemos seguir atentamente la evolución de esta tendencia y esperar de nuestros políticos soluciones inteligentes a algo que podemos ir previendo con antelación y que pueden contribuir, sin duda, a la mejora del servicio educativo.The Conversation

Enric Prats, Profesor de Pedagogía, Universitat de Barcelona

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

¿Cuál es tu reacción?

like

dislike

love

funny

angry

sad

wow