Presentan la tercera edición del Diccionario del Español Actual de Manuel Seco
Esta obra de referencia, que da información sobre las funciones gramaticales de los distintos elementos de la definición en textos reales, incluye, en esta versión, términos de este mismo año 2023. Amplía los lemas que incorporaba la anterior y ofrece una versión digital con diferentes niveles de profundidad en su análisis y varias capas de consulta
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Ya se encuentra disponible la tercera edición del Diccionario del Español Actual (DEA), obra de referencia en la lexicografía del castellano que el académico Manuel Seco proyectó a finales de los años sesenta del pasado siglo. Este diccionario ofrece un inventario léxico sistemático, así como información sobre el funcionamiento gramatical de cada palabra con ejemplos reales de uso.
Esta tercera edición registra el léxico documentado en España durante los últimos 73 años (desde 1950), más de ochenta y tres mil lemas recogidos en un corpus de unos tres mil libros y quinientas publicaciones periódicas.
Es una versión que moderniza y amplía la anterior en más de 8 000 lemas y en la que se ofrecen al usuario varias capas de consulta: una visualización simple, con la definición y principales acepciones de uso del lema, propia de los diccionarios habituales, y una visualización avanzada, que facilita información sobre las funciones gramaticales de los distintos elementos de la definición y los textos en que se basa.
Una enorme base documental
“El Diccionario del español actual (DEA) es el diccionario más importante que se publica desde hace tres siglos”, señala Pedro Álvarez de Miranda, letra Q en la Real Academia Española. “Es la segunda vez en la historia que se hace un diccionario documentado, no con ejemplos inventados, sino con documentación veraz y real del uso de las palabras. No se hacía desde 1739”, agrega.
El académico de la RAE destaca que el trabajo “tiene un valor y un mérito enormes: por el método, por la amplitud y por el rigor técnico, es una obra admirable, que, además, ha crecido notablemente desde su primera edición (cuyo léxico abarcaba hasta 1993) a la actual, que incluye términos de este mismo 2023”.
Con respecto a la actualidad de las voces recogidas, Álvarez de Miranda destaca una marca característica del DEA: los lemas marcados como “hoy raro” corresponden a palabras que han caído casi en desuso, pero que fueron muy utilizadas en la segunda mitad del siglo XX; es el caso, por poner un ejemplo mínimo, de la palabra yeyé; es más interesante, considera, recogerla con esa marca de menor uso que eliminarla.
“Es una excelente novedad que esta herramienta aparezca ahora en soporte digital: las obras de referencia, incluyendo diccionarios y enciclopedias, casi ya no tienen sentido en formato impreso, ya que el soporte digital permite su actualización y ampliación constantes, libera a la obra de las servidumbres del papel”, concluye en su valoración sobre la obra.
“Manuel Seco incorporó, tanto al Diccionario histórico como al DEA, una serie de conceptos y técnicas procedentes de la lexicografía francesa. Le gustaba distinguir entre el lexicógrafo teólogo y el lexicógrafo misionero, es decir, entre la teoría y la praxis lexicográficas”, explica el experto.
“Publicar esta tercera edición, en la que él mismo aún trabajó, es el mejor homenaje que se puede tributar a su memoria; y un mérito que corresponde, por encima de todo, a la admirable laboriosidad y la entrega constante de Olimpia Andrés”, reconoce.
Una obra viva
La lexicógrafa Olimpia Andrés es la directora de la tercera edición del DEA, como ya lo fue de la segunda, y se ha venido encargando de la redacción de la obra, junto al propio Manuel Seco, desde 1971. Gabino Ramos, el tercero de los autores, ha sido fundamental en la documentación sobre la que se apoyan definiciones y ejemplos.
“Este proyecto fue presentado por Seco e 1969 con la idea de que plasmara el léxico de una generación y que las palabras estuvieran documentadas, pero la ambición creció y se pensó que había que documentar no solo la palabra, sino todas sus acepciones”, recuerda Andrés.
“El diccionario es un proceso continuo. Está en constante revisión a la vista de nuevas lecturas, que no han cesado desde la primera edición. En esta tercera se revisan los artículos que aparecían en las dos anteriores y se añaden algunos nuevos, bien porque han surgido en este tiempo, bien porque se han confirmado apariciones que teníamos documentadas, pero no confirmadas, y por ello en espera de confirmación de uso”, asegura la lexicógrafa.
En esta tercera edición se presentan más de 83 000 lemas, que siguen la compilación que se inició en los setenta: “No solo se renuevan artículos, también acepciones”, destaca la directora de la publicación. “También las grandes catedrales evolucionan: el verbo ‘poner’ no es una novedad, pero sí el uso de ‘me pone’ como ‘me gusta’. Hay que tener la antena puesta para percibir cómo fluye el léxico en las conversaciones habituales”.
El paso del papel al soporte digital
La versión digital es muy importante, según destaca Andrés: “En este diccionario resaltan dos rasgos fundamentales: información gramatical y documentación. Respecto a la primera, la visión simple, equiparable a la de otros diccionarios. La visión avanzada, en cambio, permite ver la función gramatical de cada uno de esos elementos de la definición y los textos que la justifican y avalan”.
“Respecto a las citas, en el papel la extensión era necesariamente limitada y, por tanto, en condiciones normales solo poníamos un ejemplo por acepción. Ahora nos podemos permitir el lujo de ofrecer más ejemplos si se considera deseable”, destaca.
La lexicógrafa menciona el trabajo clave de Carlos Domínguez, “que ha traducido todo el diccionario al lenguaje informático”. En concreto, ha convertido el diccionario en papel al lenguaje XML propio de las publicaciones digitales, encapsulando toda la información que contiene el diccionario en marcas que permiten gestionarla.
En esta tercera salida, Domínguez también ha creado una base de datos de todo el diccionario. “Poner ahora el DEA en línea supone un avance fundamental para la propia obra, es hacerla realmente accesible a los usuarios, ya que, de otra forma, en papel, por ejemplo, sería inviable en estos tiempos”, concluye el informático.
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