¿Es el retinol el milagro que nos cuentan?

Arrugas, manchas, pérdida de firmeza y elasticidad… Inevitablemente, el paso de los años va dejando huellas en la piel, y la oferta de productos para borrarlas o disimularlas es abrumador En los últimos años, el retinol se ha incorporado a las cremas antiedad como uno de sus ingredientes estrella. Pero, ¿es tan potente y prometedor como nos cuentan?

¿Es el retinol el milagro que nos cuentan?
Foto de Libby Saylor en Unsplash

Tiempo de lectura estimado: 9 minutos


Marta González Álvarez, Universidad Miguel Hernández; Blanca Llácer, Universidad Miguel Hernández; Estefania Hurtado Gómez, Universidad Miguel Hernández; Isabel González-Álvarez, Universidad Miguel Hernández y María del Val Bermejo Sanz, Universidad Miguel Hernández

Eficacia comprobada

El retinol, el retinal y el retinoico son formas de la vitamina A que integran la piel de manera natural y ayudan a mantener su función de barrera. Debido a su bajo peso molecular, el primero penetra a capas profundas de la piel después de su administración por vía tópica, lo que aumenta su eficacia frente a la de otros ingredientes en la lucha contra el envejecimiento cutáneo.

Nuestro protagonista actúa sobre distintos procesos químicos de la piel, retrasando e incluso revirtiendo los efectos del envejecimiento y el fotoenvejecimiento. En primer lugar, estimula la síntesis de colágeno y elastina, proteínas que proporcionan sostén. Estas son fundamentales para el mantenimiento de la forma del rostro y la elasticidad de la piel, que se deterioran con el paso del tiempo. El resultado es una tez más tersa, firme y elástica.

El retinol también tiene un efecto sobre las manchas producidas por el sol, actuando sobre los acúmulos de melanina. Además, sus propiedades antioxidantes ayudan a luchar contra los efectos de los radicales libres de origen endógeno y, sobre todo, exógeno, como la polución, radiaciones, sustancias químicas, etc. Y, por último, participa en la regulación de la secreción sebácea y la queratinización de la epidermis.

En suma, incorporar el retinol a la rutina de belleza conlleva la reducción de las arrugas finas, así como la unificación de la textura y el tono de la piel, la regulación de la secreción sebácea y una mejoría en el aspecto general. Todo esto contribuye a que nuestro cutis presente un aspecto luminoso y juvenil.

Efectos adversos

Sin embargo, al igual que otros tratamientos de belleza, este compuesto no está libre de producir reacciones adversas. La aplicación de retinoides en la piel causa a menudo una irritación local que se manifiesta con eritema –enrojecimiento, inflamación y picor– y descamación del estrato córneo, debido al aumento de la sequedad. Las zonas más sensibles, como el entorno de la boca y los ojos, son más propensas a sufrir esta dermatitis irritante, que puede llegar a ser dolorosa.

A su favor debemos decir, sin embargo, que no suele producir reacciones alérgicas ni sensibilización de la piel.

Los efectos adversos también están relacionados con la cantidad de retinol aplicado. Por eso es recomendable acostumbrar a la piel, exponiéndola a esta sustancia de manera paulatina (pauta de retinización). Podemos comenzar administrando la concentración más baja e ir subiéndola poco a poco. O retirar el producto tras una o dos horas en las primeras aplicaciones y alargar progresivamente el tiempo de exposición. Además, no es aconsejable iniciar una rutina con retinol durante la época estival.

Por todo ello, se recomienda especial precaución en personas con piel sensible o en momentos especiales de la vida como el embarazo y la lactancia, cuando la piel está sensibilizada. Adicionalmente, se ha observado que el retinol y otros derivados retinoicos son teratogénicos (producen malformaciones en el embrión o el feto) a elevadas concentraciones.

El nuevo superhéroe antiedad

¿Existen mejores alternativas en el mercado? Sí, hay un candidato claro: el bakuchiol, considerado por muchos el nuevo “superhéroe antiedad”. Reúne el pilar de evidencia científica que buscamos los farmacéuticos y carece de los efectos adversos y las precauciones que exige el retinol.

Aunque no se parece estructuralmente a los retinoides, este flamante compuesto puede funcionar como un análogo funcional del retinol. Los ensayos clínicos indican que tanto el bakuchiol como el retinol disminuyen significativamente las arrugas y la hiperpigmentación, sin muchas diferencias entre ellos. La única distinción que han encontrado los investigadores es la presencia de más descamación, sequedad e irritación en las personas que utilizaron retinol.

Un estudio realizado por la Dra. Zoe Draelos revela que la solución de bakuchiol al 1 % es bien tolerada y eficaz en personas con piel sensible, eczema, rosácea y síndrome de intolerancia cosmética.

Entre sus efectos demostrados cabe destacar los siguientes: sintetiza y evita la degradación del colágeno y la elastina; reduce las arrugas; previene el envejecimiento; mejora la firmeza cutánea; estimula las acuaporinas, proteínas que potencian la hidratación; es antioxidante y antiinflamatorio; mejora la síntesis de melanina, minimizando la pigmentación irregular; y reduce la 5-alfa-reductasa, la enzima que transforma la testosterona libre en dihidrotestosterona (DHT) y puede ser responsable de muchos casos de acné.

Y por si fuera poco, puede administrarse durante el embarazo y la lactancia y no es fotosensibilizante ni fotosensible. Esto permite empezar a utilizarlo en cualquier época del año, por el día y sin necesitar acostumbrar la piel a su tolerancia.

¿Le damos, entonces, una oportunidad al bakuchiol?The Conversation

Marta González Álvarez, directora del Master de Dermofarmacia y Cosmética UMH, Universidad Miguel Hernández; Blanca Llácer, Profesora Máster de Dermofarmacia y Cosmética, Universidad Miguel Hernández; Estefania Hurtado Gómez, Profesora Master Dermofarmacia UMH y CEO Mamanecó, Universidad Miguel Hernández; Isabel González-Álvarez, Profesor Titular Grado en Farmacia. Area de Farmacia y Tecnologia Farmaceutica. Dpto Ingenieria, Universidad Miguel Hernández y María del Val Bermejo Sanz, Catedrática area de Farmacia y Tecnología Farmacéutica, Universidad Miguel Hernández

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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