La lactancia materna prolongada protege contra la obesidad en la edad adulta

Un estudio en roedores indica que la proteína FGF21 desencadena un proceso desde el hígado al cerebro en el que se produce una mayor actividad de la grasa parda. Este tipo especial de grasa permite quemar calorías y, en consecuencia, ocasiona un mayor gasto de energía a largo plazo

La lactancia materna prolongada protege contra la obesidad en la edad adulta
La lactancia materna prolongada puede proteger contra la obesidad en la edad adulta aunque se siga una dieta rica en grasas, según un estudio. / Pixabay

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Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons.

La lactancia materna prolongada puede proteger contra la obesidad en la edad adulta, aunque se siga una dieta rica en grasas. Así lo afirma un estudio hecho en ratones y liderado por investigadoras de varias instituciones gallegas. Los resultados se publican en la revista Nature Metabolism.

Dicho trabajo explica el mecanismo responsable de ese efecto protector a través de la proteína hepática FGF21 y podría originar nuevas investigaciones que permitan comprender mejor los beneficios metabólicos de la lactancia materna a largo plazo.

“Por primera vez, hemos descrito el mecanismo mediante el cual la lactancia protege del desarrollo de obesidad con efectos a largo plazo en la edad adulta”, señala Luisa Seoane, del Centro de Investigación Biomédica en Red de Fisiopatoloíga de la Obesidad y Nutrición (CIBEROBN). Los datos obtenidos demuestran que las crías de roedores mantienen este efecto protector, incluso expuestas a dietas con alto contenido calórico.

Una proteína que desencadena la quema de grasas

Este fenómeno puede explicarse, según los autores, por la liberación de una proteína conocida como factor de crecimiento de fibroblastos 21 (FGF21) desde el hígado, que puede llegar al hipotálamo. Esta región del cerebro desempeña un papel clave en el control del consumo y la utilización de energía en el organismo.

Una vez en el hipotálamo, el FGF21 activa los receptores de dopamina, un neurotransmisor con múltiples funciones biológicas. Esto, a su vez, conduce a una mayor actividad de la grasa parda, un tipo especial que quema calorías y ocasiona un mayor gasto energético.

De esta forma, la lactancia materna prolongada constituye un mecanismo protector contra la obesidad al provocar cambios fisiológicos duraderos en la comunicación del hígado al hipotálamo y la regulación del metabolismo del segundo.

Incertidumbres y desafíos por resolver

La dieta materna y la alimentación de los recién nacidos se consideran determinantes en las respuestas del neurodesarrollo y el comportamiento que pueden influir en la salud metabólica a lo largo de la vida.

No obstante, los mecanismos por los que la lactancia influye en el equilibrio energético a largo plazo todavía no se conocían. “Nuestro trabajo describe por primera vez la existencia de un mecanismo alterado por la lactancia materna con efectos permanentes hasta la edad adulta y que involucra a órganos periféricos, como el hígado o tejido adiposo, y al cerebro”, explica Seoane.

Si bien es la primera vez que se describe el mecanismo responsable de los efectos beneficiosos de la lactancia materna, los investigadores reconocen que “se necesitan más investigaciones para determinar si estos efectos ocurren también en humanos a través de estudios clínicos y comprender mejor sus beneficios metabólicos duraderos”, concluye la investigadora del CIBEROBN.

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