La mayor flor conservada en ámbar podría cambiar de nombre
Hace siglo y medio, en los bosques del norte de Europa, se encontró una resina fósil con una flor encerrada en su interior: Stewartia kowalewskii, de 2,8 cm de diámetro y con unos 35 millones de años de antigüedad. Ahora, dos investigadoras han analizado su polen y consideran que se trata de otra especie: Symplocos kowalewskii
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En 1872 se documentó por primera vez la flor que contenía un ámbar perteneciente a un farmacéutico llamado Kowalewski, en el actual Kaliningrado (Rusia). El ejemplar se había recogido en los bosques bálticos del norte de Europa y los científicos de la época clasificaron y denominaron a esta planta como Stewartia kowalewskii, dentro de un antiguo grupo vegetal de hoja perenne.
El fósil quedó olvidado entre las colecciones del Instituto Federal de Geociencias y Recursos Naturales de Berlín (Alemania), pero ahora dos científicas han redescubierto esta flor, que con sus 2,8 cm de diámetro es casi tres veces mayor que otras encontradas en ámbar. Además, está excepcionalmente bien conservada, preservando su corola, estambres, pétalos, etc.
Las investigadoras Eva-Maria Sadowski del Museo de Historia Natural de Berlín y Christa-Charlotte Hofmann de la Universidad de Viena (Austria) son las que han analizado esta flor fosilizada de tamaño excepcional. Está datada en el Eoceno tardío, hace entre 38 y 33,9 millones de años.
Análisis del pólen
Para realizar su estudio, cuyos resultados se publican en abierto en la revista Scientific Reports, las autoras extrajeron polen de la muestra. Su análisis, junto a la morfología de la corola y el androceo, indican que esta planta está estrechamente relacionada con las especies asiáticas del género Symplocos.
Según el estudio, "el gran tamaño de la corola y su fusión basal a un anillo 'estaminado' probablemente indican polinización por insectos", como ocurre en algunas especies de estas plantas de Asia.
Así, las investigadoras proponen un nuevo nombre para la flor: Symplocos kowalewskii. Además, apuntan que su gran tamaño relativo se deba, probablemente, a la gran efusión de resina que en su día recubrió la flor. Las propiedades de esta sustancia habrían ayudado a evitar que los organismos crecieran dentro y la causaran daños.
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