Lo que sabemos y lo que no sobre la comunicación de los osos

La comunicación animal es un tema fascinante y extremadamente complejo, ya que las especies pueden llegar a utilizar múltiples formas de comunicación para transmitir distintas informaciones a sus congéneres. A pesar de que el estudio de la comunicación animal ha sido y sigue siendo uno de los campos de investigación más prolíferos, aún queda mucho por descubrir

Lo que sabemos y lo que no sobre la comunicación de los osos
Foto de Zdeněk Macháček en Unsplash

Tiempo de lectura estimado: 14 minutos


Vincenzo Penteriani, Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) y María del Mar Delgado Sánchez, Instituto Mixto de Investigación en Biodiversidad (Universidad de Oviedo - CSIC)

En el caso de la comunicación en especies de mamíferos terrestres, la mayor parte de las investigaciones se han centrado en la comunicación a través de señales químicas (heces, orina y glándulas corporales) y acústicas (como los aullidos). Sin embargo, se han obviado otras formas de comunicación, como el uso de señales visuales, que podrían ser igual de importantes.

De hecho, hay varias razones para pensar que la comunicación visual en mamíferos podría ser utilizada de forma más frecuente de lo que hasta ahora se había supuesto.

Señales visuales permanentes

La primera razón tiene raíces evolutivas. La coloración de los mamíferos ha evolucionado como señal de comunicación intra e interespecífica.

Además, la señalización visual a través de marcas físicas, como mordeduras y rasguños, es permanente y, por lo tanto, tiene la ventaja de ser de larga duración. Es menos probable que factores ambientales como la lluvia o la nieve afecten a su detectabilidad en comparación con la comunicación a través de señales químicas.

La permanencia temporal de las señales visuales puede, de esta forma, permitir que los individuos reduzcan las visitas repetidas a estos puntos de marcado estratégicos. Así disponen de más tiempo para otras actividades como el forrajeo y la reproducción.

Para las especies solitarias y que generalmente alcanzan bajas densidades poblacionales, como son los osos pardos (Ursus arctos), cuyas interacciones directas entre individuos son poco frecuentes, puede ser muy importante desarrollar canales de comunicación que, de forma duradera, puedan comunicar su identidad, edad, sexo y ubicación.

El lenguaje químico de los osos

Hasta la fecha, los estudios sobre la comunicación de los osos habían puesto en relieve las señales químicas como principal forma de comunicación.

Los úrsidos utilizan esencialmente tres formas de comunicación olfativa:

  • Frotando distintas partes del cuerpo contra el tronco de árboles localizados en punto estratégicos dentro de su área vital.

  • Por micción y depósito de secreciones de glándulas urogenitales.

  • Dejando un rastro oloroso en el suelo con las glándulas situadas en la planta de los pies.

Un oso a dos patas se frota contra el tronco de un árbol.
Los osos se frotan con los árboles para dejar mensajes químicos a otros individuos. Author provided

Pero ya desde principios de la década de los ochenta, algunos investigadores habían puesto en evidencia su curiosidad hacia las marcas que los osos pardos dejan en los árboles.

La función de morder y arañar las cortezas de los árboles ha dado lugar a varias hipótesis principalmente relacionadas con la deposición de olor glandular (es decir, señalización química). Sin embargo, estas ideas nunca se habían tratado de demostrar experimentalmente.

Estas marcas visuales se convirtieron, por lo tanto, en una oportunidad única, pero inexplorada, de indagar nuevas posibles formas de comunicación visual en los mamíferos terrestres.

Marcas en los árboles

Un grupo de investigadores, intrigados también por estas marcas tan llamativas que los osos dejan en los árboles, decidimos desarrollar una serie de trabajos experimentales para testar la idea de que, de forma complementaria a la comunicación química, los osos pardos pueden también usar señales visuales para la comunicación intraespecífica.

Para testar nuestra hipótesis de partida, ocultamos las marcas dejadas por los osos en los árboles de la cordillera Cantábrica con trozos de corteza de la misma especie del árbol marcado, y grabamos con cámaras trampas el comportamiento de los osos al pasar por estos árboles.

Cuatro capturas en las que aparece un oso quitando la corteza de un árbol.
Imágenes de los osos captadas por las cámaras. Un macho adulto destapa la marca visual ocultada, quitando los trozos de cortezas empleados en el experimento. Author provided

Descubrimos así que estas marcas visuales eran específicas de los machos adultos durante la época de celo (principalmente de abril a junio en el área de estudio) y que siempre iban unidas al frotado del cuerpo en los troncos (y a veces al rastro dejado por los pies en el suelo). Este comportamiento sugiere que señales visuales y químicas podrían ser complementarias.

De hecho, podrían proporcionar informaciones diferentes. Las marcas visuales actuarían como un indicador del tamaño individual y, por lo tanto, del estado de dominancia de los machos adultos en busca de oportunidades de apareamiento.

Nuevas ideas que abren caminos

Más allá de lo que hayamos podido aprender sobre las formas en que especies tan carismáticas y poco asequibles como el oso pardo se comunican, hemos tenido la oportunidad de aprender una gran lección. Se trata de la importancia de desvincularse de ideas sólidamente establecidas y usar nuestra imaginación para abrir nuevos caminos basados en evidencias científicas.

La ecología tiene como principal objetivo tratar de explicar los múltiples y diferentes patrones de los sistemas biológicos, así como el comportamiento de las especies. Cumplir este objetivo no es fácil, sobre todo teniendo en cuenta la impresionante diversidad y riqueza que caracteriza al mundo natural.

En este escenario, cuanto mayor sea la variedad de modelos biológicos en los que nos basemos, más nos acercaremos a comprender las reglas que rigen los sistemas, dejando de lado una ecología oprimida por las necesidades impuestas por la productividad, donde nos limitamos al estudio de los modelos biológicos que más fácilmente proporcionan resultados rápidos y fácilmente publicables.

Si perdemos esta libertad, estamos también perdiendo información esencial para entender la enorme variedad y complejidad de patrones que se observan en la naturaleza, de estrategias empleadas, de estructuras complejas, rutas y cruces evolutivos.

El físico Freeman Dyson, hablando de los caminos recorridos por la exploración geográfica, dijo que al principio, cuando todo estaba por descubrir, las grandes metas eran el objetivo único de los exploradores. Para George Everest, alcanzar la cima de la montaña que luego llevaría su nombre era su único objetivo, y todo lo que se interponía entre él y el Everest, los ríos, las selvas y las llanuras, eran solo obstáculos.

Del mismo modo, la ecología, en sus orígenes y por falta de conocimiento, debía tener grandes objetivos, y estos objetivos eran los patrones principales, las leyes universales que estaban en la base del funcionamiento de los ecosistemas y las especies.

Ahora, en muchos casos, es una cuestión de detalles, a veces pequeños, pero importantes. Todo lo que antes podía parecer marginal o poco interesante, esos ríos o esas selvas apenas exploradas, es lo que ahora conserva todavía su riqueza e interés. Y son estos caminos aparentemente menores, pero desconocidos, hacia donde tenemos que mirar.The Conversation

Vincenzo Penteriani, Investigador, Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) y María del Mar Delgado Sánchez, Researcher, Instituto Mixto de Investigación en Biodiversidad (Universidad de Oviedo - CSIC)

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

¿Cuál es tu reacción?

like

dislike

love

funny

angry

sad

wow