Los árboles del Amazonas meridional y occidental están en mayor riesgo de mortalidad por sequía

La falta de agua en la cuenca amazónica se está viendo agravada por el cambio climático, la deforestación y la agroganadería intensiva. Según un estudio reciente en el que han participado científicos españoles, algunas especies están al límite de su capacidad de adaptación, lo que reduce su potencial para almacenar carbono

Los árboles del Amazonas meridional y occidental están en mayor riesgo de mortalidad por sequía
El cambio en el régimen de lluvias y el aumento de temperaturas ya ha llevado a los árboles al límite de su capacidad de adaptación, lo que les podría provocar embolias e incluso la muerte. / CREAF/ J.V. Tavares.

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Fuente: CREAF
Derechos: Creative Commons.

Las sequías están debilitando especialmente los bosques del Amazonas occidental y meridional, según una investigación liderada por la Universidad de Leeds, con participación del CREAF.

Las conclusiones, recopiladas en un artículo recientemente publicado en la revista Nature, surgen al comparar la capacidad de resistir la falta de agua de las diferentes especies de árboles de la región y constatar que la tolerancia a la sequía de los árboles de la selva amazónica puede variar en función de la especie.

Estas diferencias en la resistencia a los cambios en las condiciones hídricas hacen que, entre los sitios más afectados, se encuentre el estado de Mato Grosso, en Brasil (en particular, Río Branco, en Acre y Nova Xavantina). En estas zonas, el cambio en el régimen de lluvias y el aumento de temperaturas ya ha llevado a los árboles al límite de su capacidad de adaptación, lo que les podría provocar embolias (en el complejo vascular, bajo la corteza de los troncos) e incluso la muerte.

Los autores señalan que, hasta ahora, se habían subestimado los efectos del cambio climático, porque las investigaciones científicas se habían centrado históricamente en la región centro-oriental del Amazonas, donde las masas arbóreas están menos expuestos a la sequía. De ahí que los resultados de este estudio comparativo resulten “tan reveladores”, como para contribuir a “predecir de manera más exacta cómo serán los bosques del futuro en el Amazonas y el impacto en su debilitación o mortalidad”, según afirma Maurizio Mencuccini, coautor e investigador ICREA, en la nota de presentación distribuida por el CREAF.

Algunos bosques están más adaptados

 “A pesar de que los bosques meridionales están más adaptados a las condiciones secas, la deforestación y el aumento de temperatura ha provocado un cambio en los regímenes de lluvia que ha aumentado el riesgo de mortalidad forestal. En el caso de los bosques occidentales no están tan expuestos a la sequía, pero son más vulnerables”, sostiene Mencuccini, responsable de la parte fisiológica del estudio.

Por el contrario, aunque las especies arbóreas de las zonas centro-orientales de la selva amazónica no están tan adaptadas a la sequía, el estudio no prevé afectaciones en esa región porque, por el momento, la disponibilidad de agua continúa siendo suficiente. 

El análisis ha determinado que el patrón de lluvias del bosque amazónico se está viendo alterado por el cambio climático, la deforestación y por la agricultura y ganadería intensivas.

Este cambio de pluviosidad reducirá la capacidad de los bosques del Amazonas para almacenar carbono y eliminar CO₂ de la atmósfera. “Por un lado, cuando los árboles mueren, se descomponen, y el carbono que contenían se libera a la atmósfera, por otro lado, si disminuye la masa forestal, habrá menos árboles que capturen gases de efecto invernadero”, explica el investigador del instituto español. 

Se considera que la selva amazónica contiene entre el 10 % y el 15 % del total de carbono almacenado por la vegetación en todo el mundo, por lo que “su buen estado de salud resulta vital en la lucha contra el cambio climático”, indica Mencuccini. 

Más de 500 ejemplares de 100 especies

Para identificar cuáles son las zonas más amenazadas y cómo responde cada ecosistema a los cambios, el equipo —integrado por 80 científicos de Europa y Sudamérica— tomó medidas y muestras durante dos años en 11 lugares distintos de la Amazonia occidental, centro-oriental y meridional, en Brasil, Perú y Bolivia, donde analizaron datos de 540 árboles, pertenecientes a 129 especies.

El profesor de la Universidad de Leeds y codirector del estudio, Emanuel Gloor, explica que "el patrón de resiliencia y los riesgos identificados entre las distintas poblaciones de árboles en el estudio se utilizarán para construir modelos climáticos más eficaces y precisos en la Amazonía".

La investigación pone de relevancia que las masas arbóreas de la región del Amazonas meridional resisten mejor las embolias. El problema es que han llegado a su límite. Esto se conoce gracias al estudio de la circulación del agua por dentro de los troncos, las ramas y las hojas, lo que constituye la base de esta investigación.

Cada especie presenta una resistencia particular a la sequía según los conductos que tiene para transportar la savia desde las raíces a las hojas. Si los conductos y los poros que los conectan tienen un gran tamaño, en épocas de falta de agua, los árboles están más expuestos a sufrir embolias.

Esto sucede porque cuando no hay suficiente agua disponible en el suelo, la evapotranspiración —proceso por el que la humedad vuelve a la atmósfera a través de las hojas— ejerce una presión que genera burbujas de aire en los canales de transporte (similar a lo que sucede en una embolia humana), se taponan los conductos, la savia no circula y el tejido muere. 

Los investigadores pudieron comprobar que las mismas zonas de Amazonía que están más expuestas a estos fenómenos de embolia presentan patrones mayores de mortalidad y una menor capacidad de almacenar carbono.  

Alteración en el patrón de lluvias 

El equipo de investigación también alerta que la deforestación y la agricultura y la ganadería intensivas, están interrumpiendo el proceso de evapotranspiración, esencial para formar las nubes de lluvia. Hay menos árboles y los cultivos que sustituyen a los bosques, como la soja, no tienen la misma capacidad de refrescar y humedecer el aire, el ambiente se reseca y disminuyen las precipitaciones.  

Esto no solo afecta al Amazonas. La humedad que evaporan desde sus bosques viaja en forma de vapor a otras zonas del planeta -se conocen como ríos voladores-, donde se acumula en forma de nubes. Si este ciclo se corta, el patrón de precipitaciones a escala mundial está en riesgo.   

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