Los dientes de leche de bebés íberos enterrados en sus casas revelan el misterio de su muerte
El equipo ha analizado los dientes de los esqueletos de 45 niños de la cultura ibera, inhumados en el ámbito doméstico, utilizando microscopía óptica y microfluorescencia con luz de sincrotrón. El estudio concluye que los niños fallecieron debido a complicaciones en el parto o por prematuridad, y no por prácticas rituales
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Una investigación de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), en colaboración de la Universidad de Vic-Universidad Central de Cataluña (UVic-UCC) y el Sincrotrón ALBA indica que los bebés de la cultura íbera (VIII-I a. C.), que fueron inhumados en contextos domésticos murieron por causas como complicaciones en el parto o prematuridad, y no por prácticas rituales.
El equipo ha aplicado una metodología, basada en el estudio de la línea neonatal dental con microscopia óptica y microfluorescencia con luz de sincrotrón, para analizar los dientes de los esqueletos de 45 niños, y han identificado con precisión tanto el momento del nacimiento como de la muerte.
La cultura ibérica habitó las regiones costeras orientales y meridionales de la península Ibérica durante la Edad del Hierro (siglos VIII-I a. C.). El ritual funerario más común era la cremación de los difuntos y posterior depósito de los restos en urnas que se enterraban en necrópolis. Pero los arqueólogos han descubierto también entierros con restos de recién nacidos que no habían sido quemados en áreas destinadas a vivienda o producción.
Estos entierros han generado controversia entre los expertos. Las hipótesis planteadas apuntan a que se podían tratar de muertes por causas naturales, una evidencia de la práctica de infanticidio o incluso de sacrificios rituales.
Un estudio publicado en la revista Journal of Archaeological Science aporta ahora evidencias muy precisas a favor de la hipótesis de que estos recién nacidos enterrados en contextos domésticos murieron principalmente por causas naturales un reflejo de la elevada mortalidad infantil durante el primer año de vida en el periodo estudiado.
Los autores han llegado a esta conclusión después de estudiar 45 esqueletos de bebés de cinco yacimientos arqueológicos de época íbera en Cataluña: Camp de les Lloses (Osona), Olèrdola (Alt Penedès), Puig de San Andreu e Illa d’en Reixac (Baix Empordà) y la Fortaleza de Els Vilars d’ Arbeca (Lleida).
Los autores han usado una metodología basada en el análisis histológico y elemental (tejido y composición química) de los dientes de leche de los esqueletos de los bebés. El estudio les ha permitido visualizar mediante microscopia óptica las líneas de crecimiento de la corona dental que se generan al formarse los dientes durante la vida intrauterina y hasta poco después del nacimiento, e identificar así la presencia de la línea neonatal que se produce en el momento de nacer.
Cronología del nacimiento y la muerte
De esta manera, han podido identificar el momento del nacimiento de los individuos y su supervivencia, así como determinar con mucha precisión la edad cronológica en el momento de la muerte. La edad cronológica tiene en cuenta el tiempo transcurrido desde el nacimiento y no el desarrollo biológico del esqueleto.
Casi la mitad de los bebés murieron durante el periodo perinatal, concretamente entre la semana 27 de gestación y la primera semana de vida. La gran mayoría de las muertes perinatales no sobrevivieron al momento del nacimiento, y muchos de estos bebés murieron a causa de nacimientos prematuros.
"Estos datos refuerzan la hipótesis de que la mayoría de muertes perinatales fueron causadas por factores naturales, como complicaciones en el parto o problemas de salud asociados a la prematuridad, y no por prácticas culturales como infanticidios o sacrificios rituales, tal como algunas hipótesis habían sugerido", señala Xavier Jordana, profesor de la Unidad de Antropología Biológica del Departamento de Biología Animal, de Biología Vegetal y de Ecología de la UAB.
Los investigadores han observado también que de la veintena de bebés que sobrevivieron más allá de la primera semana de vida, el más longevo solo llegó a los 67 días. "En los yacimientos no se ha identificado ningún entierro de un bebé más allá de los dos meses de vida. Esto nos hace pensar que probablemente podría obedecer a una práctica cultural, que sería la de enterrar en los espacios domésticos a los bebés que morían en las etapas más tempranas", apunta Assumpció Malgosa, investigadora de la UAB y coautora del estudio.
El análisis histológico que han aplicado los investigadores es una innovación importante para calcular con mucha precisión la edad a la muerte de los individuos a partir del estudio de la corona de los dientes. Los dientes temporales se empiezan a formar durante la vida intrauterina y acaban de formarse en la etapa postnatal, alrededor del nacimiento, un periodo en el que graban su crecimiento debido a la propiedad singular de formar líneas de crecimiento. Estas líneas pueden formarse diariamente, pero también se pueden formar líneas más gruesas por un hecho puntual y estresante. Una de las líneas puntuales que se pueden visualizar con microscopia óptica en los dientes de los niños que han sobrevivido al nacimiento es la línea neonatal, que se forma por el estrés fisiológico resultante del cambio brusco de la vida intrauterina a la extrauterina.
"La técnica que hemos empleado es única, porque permite identificar el momento del nacimiento y calcular la edad cronológica en restos esqueléticos. Los métodos convencionales estiman la edad biológica del individuo a partir del crecimiento y desarrollo esquelético, por lo que tienen una gran variabilidad en la determinación de la edad, y no permiten identificar el momento del nacimiento», señala Ani Martirosyan, investigadora predoctoral de la UAB y primera autora del artículo.
Nueva metodología
La innovación metodológica les ha permitido diferenciar los individuos que murieron en el nacimiento de los que sobrevivieron. De los que murieron al nacer, han identificado los que fueron a término (entre la semana 37 y 42 de gestación) y los que fueron prematuros (antes de la semana 37). También han podido determinar la edad cronológica de los bebés que sobrevivieron.
Los investigadores han confirmado la precisión de su técnica en dientes actuales en los que se conoce la edad cronológica de muerte del individuo. Además, han empleado también microfluorescencia de rayos X a partir de luz sincrotrón en el Sincrotrón ALBA (Cerdanyola del Vallès), concretamente en la línea de luz Xaloc, para analizar la composición elemental a la línea neonatal, y en particular la cuantificación de zinc en los casos en los que la visualización histológica de la línea era incierta.
"El zinc es un elemento importante en el momento del nacimiento, relacionado con el inicio de la lactancia materna, pero por su bajo contenido no se pueden detectar por microscopia electrónica variaciones de concentración en el esmalte y la dentina. La luz sincrotrón nos permite aplicar un haz de rayos X de solo diez micras para analizar diferentes elementos en el esmalte y la dentina en concentraciones extremamente bajas", explicia Judit Molera, investigadora de la UVic-UCC y coautora de la investigación.
Los resultados del experimento han mostrado un aumento de la cantidad de zinc y una disminución del calcio, un elemento principal del esmalte dental, coincidiendo con la presencia de la línea neonatal, lo que ha servido a los investigadores para corroborar los resultados histológicos.
Patrón de mortalidad infantil
"Los datos de nuestro estudio aportan información mucho más detallada y concreta que la que teníamos hasta ahora para establecer el patrón de mortalidad infantil en las poblaciones íberas y contribuyen a descifrar aspectos importantes de su historia de vida y prácticas culturales. Confiamos en que la metodología que hemos aplicado sirva para continuar desvelando otros misterios que todavía quedan por conocer en poblaciones antiguas», concluye Xavier Jordana.
El estudio es parte del proyecto de investigación “Reevaluación del infanticidio y selección de sexo en época ibérica” financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación y dirigido por investigadoras del GREAB.
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