Los límites de la desinformación en las plataformas digitales
Ponencia de Alejandro Fernández-Roldán perteneciente al módulo Ciberseguridad en redes sociales de C1b3rWall Academy 22/23
Tiempo de lectura estimado: 8 minutos
¿Qué es una información falsa?
Las noticias falsas han existido siempre, pero su auge viene determinado por dos hechos electorales que tuvieron lugar en 2016: el referéndum de salida de Reino Unido de la Unión Europea y la presidencia de Donald Trump en Estados Unidos.
La comunidad investigadora, para definir "información falsa", habla de publicaciones falsas que intentan asemejarse a noticias reales en cuanto a formato o contenidos falsos que buscan desinformar y así influir en la opinión pública. Existe una definición más amplia que habla de información falsa como una pieza falsa de información factual que es presentada como verdadera por medios de comunicación o por personas que las introducen en la esfera pública como si fuesen directamente recogidas de un evento real.
¿Cuál es el efecto de las noticias falsas y cómo se mide?
Lo cierto es que no está claro. ¿Es el efecto un cambio de opinión respecto a algo? ¿Es el refuerzo de una opinión previa? ¿Ambas cosas? Hay quien ha tratado de aproximar el efecto a través de la medición de las interacciones con el contenido, pero está en duda si son las informaciones falsas las que sesgan a las personas o, sin embargo, son las personas más sesgadas las que consumen más volumen de información falsa.
Exposición selectiva
Se trata de una tendencia natural del ser humano a recurrir a información que, a priori, es consistente con sus ideas previas. Las plataformas digitales se han convertido en herramientas que potencian sesgos presentes en todos nosotros, y algunos ejemplos son los siguientes:
- Sesgo de selección: seleccionamos aquella información que se alinea más con nuestras preferencias.
- Cherry picking (evidencia incompleta): se escogen solo los datos que interesan, ignorando otros.
- Sesgo de disponibilidad: nos hace vulnerables ante la información que más nos cuesta recordar.
- Sistemas de pensamiento 1 y 2 (Kahneman & Tversky): trata sobre pensamientos automáticos (1) o aquellos que requieren mayor esfuerzo para procesar información (2).
El gráfico anterior muestra los canales de acceso a noticias de todas las edades alrededor del mundo. La primera barra (azul claro) indica el porcentaje de personas que creen que su principal vía de información es acudir directamente a las webs de los medios; la segunda (naranja) es la más amplia, e indica el porcentaje de personas que prefieren acudir a las redes sociales como fuente de información principal.
El impacto de la desinformación
Existen revisiones sistemáticas de estudios que concluyen que, en conjunto, las plataformas digitales contribuyen a una mayor polarización política y fomentan la retórica populista en los líderes políticos. Hay otros estudios que señalan que existe polarización, pero que se acumula principalmente en páginas de contenido político. Así mismo, varios estudios indican que Twitter está menos politizado de lo que puede parecer, y se ejemplifica en datos como los siguientes:
- El 22% de americanos tiene cuenta en Twitter.
- El 13% de los tweets de los americanos incluyen contenido sobre política nacional.
- De ese 13%, el 97% es contenido creado por una pequeña porción de usuarios (el 10%).
Lo cierto es que, en lo que a noticias falsas y su difusión en plataformas digitales se refiere, existen más interrogantes que certezas. Hay algunas cosas que sí sabemos:
- Las noticias falsas no son tan prevalentes en las plataformas digitales.
- Una avanzada edad y menor capacidad para pensar de forma analítica aumentan la predisposición a compartir noticias falsas en plataformas.
- La velocidad de difusión de noticias falsas es muy alta y genera mayor interacción media.
- La familiaridad con una información falsa incrementa la percepción de veracidad.
- En ocasiones, los usuarios comparten información falsa en las plataformas siendo conscientes de su falsedad, simplemente porque se alinea con sus intereses e ideas.
Lo que no sabemos es lo siguiente:
- Desconocemos el efecto real, no se sabe en qué medida la información falsa altera el sentido de un voto o una opinión.
- No se sabe si la vulnerabilidad del público a la información falsa ha aumentado a medida que la gente confía cada vez más en las plataformas digitales como una fuente en la que adquirir información.
- No se sabe con exactitud si las plataformas, mediante la selección algorítmica, han contribuido a debilitar las bases que unen democracias exitosas.
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Ponente: Alejandro Fernández-Roldán
Alejandro es investigador en el Departamento de Filosofía de la Ciencia de la UNED. Tiene un máster en Datos y Sociedad por la London School of Economics y es doctorando en la Universidad Carlos III de Madrid.
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