Los mamíferos se expandieron fuera de su hábitat durante el confinamiento
Las políticas que restringieron el movimiento durante los primeros estadios de la pandemia por la covid-19 tuvieron un importante impacto en la conducta de los animales y sus desplazamientos. Así lo demuestra un estudio internacional liderado por la Universidad de Radboud (Países Bajos), cuyos resultados ofrecen nuevas perspectivas sobre la conservación de los ecosistemas y su relación con el ordenamiento social de la vida humana
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Durante el brote mundial de covid-19 en 2020, los gobiernos de todo el mundo introdujeron medidas de confinamiento para frenar la propagación del virus, lo que provocó una drástica reducción de la movilidad humana y el tráfico de vehículos. Un nuevo estudio que se publica hoy en Science demuestra que esta transformación alteró la conducta de algunos mamíferos en sus desplazamientos.
“Los animales pueden alterar su comportamiento en un período de tiempo relativamente corto como reacción a posibles cambios en la actividad humana”, explica a SINC Marlee Tucker, de la Universidad de Radboud (Países Bajos) y primera autora del estudio. El trabajo ofrece información valiosa para diseñar futuras estrategias de conservación a fin de mejorar la coexistencia entre las personas y la vida silvestre.
La etapa del confinamiento, que en el artículo se nombra como “antropausa”, ha brindado una oportunidad única para cuantificar los efectos de la actividad humana en los comportamientos de la fauna salvaje. Las vías de circulación humanas y la necesidad de los animales de atravesarlas son importantes para la conservación de muchas especies.
“Podemos introducir pequeños cambios en nuestras conductas para minimizar nuestro impacto sobre los demás seres vivos”, sostiene Tucker. Así, la investigadora sugiere “ajustar el horario, la frecuencia y el volumen del tráfico en zonas importantes para el desplazamiento de los animales”.
En este sentido, también menciona que “en algunos parques nacionales solo se puede conducir de día para no molestar a los animales por la noche”. La autora añade que “incluso se puede restringir el uso de senderos en determinadas épocas, como la de apareamiento”, por ejemplo.
El actual ordenamiento de la vida humana reduce el hábitat y limita tanto el movimiento como la dispersión de muchas especies, según muestra la investigación. Por otro lado, las colisiones con vehículos suelen ser también una fuente notable de mortalidad animal. No obstante, en su criterio, resulta escaso el conocimiento sobre el impacto que tienen las carreteras en la conducta de los seres vivos a lo largo del mundo.
Mamíferos que exploran a más distancia
Aprovechando los cierres por la pandemia, Tucker y sus colegas compilaron información de seguimiento GPS de 76 estudios. Este conjunto de datos abarcó a 2 300 individuos de 43 especies de mamíferos de todo el mundo. Entre ellos, pumas, alces, elefantes y zorros. Después evaluaron cómo cambiaron sus comportamientos durante el inicio del confinamiento en 2020 (del 1 de febrero al 28 de abril), en comparación con el mismo período de 2019.
En aquellos países o regiones con políticas de cierre más estrictas, los mamíferos viajaron de media un 73 % más lejos que el año anterior, durante los meses del período analizado. Esto indica que la mayoría de los animales en estos lugares exploraron más el paisaje cuando disminuyó el movimiento de vehículos. Consecuentemente, la duración de los desplazamientos cortos en zonas humanas se redujo.
Por otro lado, los individuos de las especies analizadas anduvieron de media un 36 % más cerca de las carreteras. Según los autores, esto se debe a que los animales temían menos al tráfico rodado o a la presencia de personas en estas regiones y, en consecuencia, mostraban distancias de huida más cortas.
Un ejemplo es el puma (Puma concolor): “Los pumas estuvieron más cerca de las carreteras durante el confinamiento, lo que sugiere menos temor a las zonas urbanas”, destaca la científica.
Este trabajo ofrece una “respuesta completa” sobre la capacidad de algunos animales para “aprovechar las zonas habitadas por el ser humano e incluso ampliar sus hábitats cuando disminuye la actividad de las personas”, según valoran Colleen Cassady St. Clair y Sage Raymond, profesores de la Universidad de Alberta (Canadá), que no participaron en el estudio.
Sus resultados “ponen de relieve el impacto ambiental de la actividad de los vehículos, que se discute públicamente con menos frecuencia que los efectos de las emisiones, las infraestructuras viarias permanentes y la pérdida de hábitat”, concluyen.
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