Un tipo de linfocito alerta a nuestras defensas para combatir el cáncer de mama más agresivo
Las llamadas células asesinas naturales, en contacto con el tratamiento con anticuerpos que se utiliza contra el tumor de mama HER2 positivo, segregan unos tipos concretos de citoquinas que activan la respuesta inmunitaria. Esto supone en las pacientes una mejor respuesta al tratamiento
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Un tipo concreto de linfocitos, las células asesinas naturales o Natural Killers (NK), son conocidas por su capacidad antitumoral. Además, en combinación con el tratamiento contra uno de los tipos de cánceres de mama más agresivos -el HER2 positivo-, pueden alertar al sistema inmunitario sobre la presencia de células cancerosas.
Esta última competencia les permite reclutar a otras células inmunitarias para luchar contra el tumor. Así muestra un estudio publicado en el Journal of Experimental & Clinical Cancer Research, que también describe un posible biomarcador para identificar a las pacientes que tendrán una respuesta positiva al tratamiento.
El nuevo trabajo ha sido liderado por las investigadoras del Grupo en Inmunidad e Infección del Instituto de investigación del Hospital del Mar, Aura Muntasell y Sara Santana.
Artículos anteriores del mismo grupo habían certificado el hecho que la presencia de las células NK tenía relación con la respuesta de las pacientes al tratamiento con anticuerpos antiHER2.
Pero a pesar de esta asociación, su número era más bajo que el de otras células del sistema inmunitario, por lo que los investigadores sospechaban que también tenían una función reguladora de la respuesta de las defensas del cuerpo ante el cáncer.
Una alerta ante el tumor
El estudio publicado ahora se ha centrado en aclarar este aspecto a partir de la comparación del conjunto del ARN de biopsias de tumores de cáncer de mama HER2 positivo con presencia de células NK y sin esta, y de modelos con ratones.
El trabajo ha demostrado que estas células, al entrar en contacto con los anticuerpos que se utilizan contra estos tumores, segregan dos tipos de pequeñas proteínas: citoquinas y otros factores solubles, que modifican el microambiente tumoral. Esto facilita la llegada de otras células del sistema inmunitario y refuerza la acción del tratamiento contra el cáncer.
“Parte del efecto de los anticuerpos antiHER2 no se debe solo al efecto intrínseco sobre las células tumorales, sino que estos anticuerpos permiten, a través de las NK, poner en marcha una respuesta inmunitaria antitumoral”, explica Muntasell.
Estas conclusiones se confirmaron con el análisis de 80 muestras. Se comprobó cómo, en aquellas que presentaban niveles más altos de NK, también había una mayor presencia de linfocitos con capacidad antitumoral. Es decir, alertan al sistema inmunitario y reúnen a otras células para atacar y eliminar a las malignas.
“Que haya células NK en presencia de los anticuerpos antiHER2 hace que se encienda una respuesta antitumoral”, explica Muntasell. “Los linfocitos NK no solo tendrían una función directa porque pueden matar células malignas, sino que, además, disparan esta alarma que permite que otras células del sistema inmunitario lleguen hasta el cáncer y contribuyan a eliminarlo”.
Biomarcador de respuesta al tratamiento
El trabajo también analizó si sería posible detectar en sangre o suero de pacientes los factores que segregan las NK al entrar en contacto con el tratamiento con anticuerpos antiHER2. A través de muestras de suero de pacientes en tratamiento, confirmó su presencia en los casos de las personas con una respuesta positiva.
“Esta nueva evidencia reafirma la capacidad de la terapia anti-HER2 para inducir una respuesta inmunitaria que se correlaciona con una mayor eficacia terapéutica. Esto nos tiene que servir para avanzar en la mejora y la individualización del tratamiento de las pacientes con cáncer de mama HER2 positivo”, apunta Joan Albanell, jefe del Servicio de Oncología del Hospital del Mar y otro de los autores.
Los investigadores consideran que estas conclusiones pueden ser trasladables a otros tipos de tumores, ya que el estudio “evidencia que la actividad del linfocito NK como célula con capacidad de modificar el ambiente del tumor es extrapolable a otros tumores”, afirma Muntasell.
En la actualidad hay un ensayo clínico en marcha y liderado por el Vall d’Hebron Instituto de Oncología (VHIO) para infundir linfocitos de un donante sano a pacientes con cáncer de mama HER2 positivo metastásico en combinación con anticuerpos antiHER2.
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