Cómo crear miniclubs de lectura para el aula en cualquier asignatura
La primera interacción con la lectura suele comenzar con cuentos en casa y se perfecciona en la escuela. En todas las materias, la lectura es esencial, por lo que todos los profesores son también, en cierto modo, profesores de lengua
Tiempo de lectura estimado: 6 minutos
Nuestra primera interacción con las palabras escritas se produce cuando nos cuentan cuentos en casa. Desde ese momento, y sobre todo en la escuela, vamos adquiriendo y perfeccionando la capacidad de leer. Un aprendizaje que perfeccionamos durante toda la vida.
En el colegio, a partir de primaria, la lectura está presente de manera directa en todas las materias. En todas las asignaturas es necesario leer y potenciar la comprensión lectora. Por esta razón, todos los profesores son, en cierto modo, profesores de lengua.
Para fomentar el hábito de leer existen numerosas estrategias: el pasaporte literario, la maleta viajera, los booktrailers, los cuentacuentos… Incluso hay bailes de cuentos y manualidades destinados a animar a la lectura.
Mi propuesta de incentivación a la lectura LEE (Leer con Entusiasmo Educa) es una herramienta docente que puede aplicarse en cualquier materia y curso. Se inspira en varios métodos de animación lectora que, combinados, permiten a los docentes observar la evolución de los alumnos y evaluar los resultados, además de acercar a los escolares a la biblioteca del centro y del aula.
Tiempo de lectura en el aula
El plan de fomento lector LEE está estructurado en sesiones divididas en apartados breves e independientes que favorecen su aplicación desde una sola hora a la semana –o incluso menos– hasta un total de cinco horas semanales.
Los alumnos se dividen en grupos homogéneos según sus habilidades en lectura, comprensión y escritura. Cada equipo trabaja con un cuento, un ejemplar para cada miembro, nivelado según la edad y las características del grupo. Las bibliotecas de aula, centro y municipales pueden ayudar a disponer de suficiente número de cuentos.
Esta forma de trabajar establece cinco fases o peldaños en los que trabajan diferentes habilidades lingüísticas, tanto de manera grupal como individual. Una vez logra automatizar el proceso, puede realizarlo de manera autónoma en cualquier circunstancia, ante cualquier texto.
De la lectura individual a la asamblea
El primer peldaño se centra en la lectura individual. A la vez que leen en voz baja, los alumnos van anotando vocabulario o expresiones que no entienden y entorpecen la comprensión, así como las hipótesis que van extrayendo de lo leído.
Esto da paso al segundo peldaño, donde empiezan a trabajar la oralidad y la escucha activa, poniendo en común las dudas apuntadas. Entre todos intentan dilucidar el significado de las palabras que no han entendido y el sentido general del texto.
Un peldaño más arriba, toca volver a leer, pero esta vez en voz alta. Una lectura compartida, para trabajar la expresión y entonación. Cada alumno lee una parte del extracto del libro seleccionado mientras los demás le escuchan.
El cuarto peldaño consiste en trasladar a un diario individual un resumen o dibujo de lo leído (dependiendo del curso y el nivel). Incluye, asimismo, actividades de comprensión lectora como marcar tres hechos importantes sucedidos en la lectura. Con esto se trabaja la capacidad de sintetizar y recordar.
El quinto y último peldaño consiste en poner en común lo aprendido en una asamblea de toda la clase. El representante de cada equipo comenta algún acontecimiento que les haya ocurrido durante las diversas actividades realizadas a lo largo de todo el proceso, como por ejemplo, modo en el que han resuelto las dudas planteadas, o parte de la historia que más les haya gustado.
El docente marca los tiempos que los alumnos permanece en cada peldaño. Reparte su tiempo entre los distintos grupos para observar cómo van trabajando y realizando preguntas para ver si han comprendido el cuento y cómo resuelven las dificultades.
En definitiva, se trata de ayudar al docente a introducir la lectura de una manera dinámica, formativa e integral. Y a que los alumnos descubran la literatura y sus propios gustos.
María Pilar Serrano Sánchez, Docente en grados de Educación y personal investigador, Universidad San Jorge
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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