Cómo orientar mejor a los estudiantes en sus decisiones académicas
El orientador de secundaria en España se ocupa de la atención a la diversidad, orientación académica y asesoramiento
Tiempo de lectura estimado: 13 minutos
Javier Vidal, Universidad de León y María José Vieira, Universidad de León
¿Quién es y qué hace el orientador de un centro educativo de secundaria? En España, sus funciones se pueden agrupar en tres ámbitos: la atención a la diversidad, la orientación académica y profesional, y el asesoramiento a la tarea de los tutores.
En su día a día, este especialista se ocupa de:
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Dirigir el Departamento de Orientación y su personal.
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Dar respuesta a casos individuales.
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Atender a familias.
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Asesorar al profesorado y dar recursos a tutores sobre orientación académica.
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Diseñar programas del centro: de convivencia, para reducir el absentismo, de prevención del abandono…
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Coordinarse con instituciones externas.
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Y, aunque parezca increíble, hasta impartir docencia en materias de su especialidad.
En el departamento de orientación puede haber, además del orientador, hasta 10 profesionales (o incluso más) dependiendo de las enseñanzas que se impartan, la tipología del alumnado y su número. Los más frecuentes son:
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Maestros de pedagogía terapéutica y de audición y lenguaje (intervención con alumnado con necesidades educativas).
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Profesorado de compensatoria y de servicios a la comunidad (alumnado en desventaja social y sus familias).
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Profesorado que imparte docencia en diversificación curricular o en formación profesional básica (itinerarios extraordinarios para obtener el título de Graduado en Educación Secundaria Obligatoria).
Déficit español
Por si las tareas mencionadas no fueran suficientes, tenemos que añadir que en España la ratio de estudiantes por orientador está muy por encima de lo recomendado. Frente a los 250 estudiantes por orientador recomendados por diversos organismos, en España esta ratio se sitúa en 800, según la Confederación de Organizaciones de Psicopedagogía y Orientación de España (COPOE).
Además de la ratio, el tipo de centro es un condicionante clave para ejercer adecuadamente las funciones encomendadas a los orientadores. Los centros identificados de especial dificultad, fundamentalmente por características del alumnado (con necesidad específica de apoyo educativo, condiciones familiares de vulnerabilidad, etc.), suponen un reto adicional para los orientadores.
El foco principal: atención a la diversidad
En un marco de educación inclusiva, la prioridad de los orientadores es dar respuesta a los problemas y situaciones que van surgiendo: desde las demandas del alumnado con necesidades educativas especiales, hasta los crecientes problemas de salud mental en la población adolescente. Estas actuaciones urgentes “consumen” gran parte de la jornada laboral de los orientadores.
En este contexto de múltiples funciones y recursos personales escasos para la orientación, ¿qué margen queda para la tarea de orientar propiamente dicha: es decir, asesorar sobre la elección del futuro académico y profesional a los estudiantes?
Lo que dice la ley
Según la ley educativa vigente, se debe entregar a cada estudiante y sus familias (o tutores legales) un consejo orientador individualizado al finalizar el segundo curso de la ESO y al finalizar la educación obligatoria. El consejo orientador, redactado por el tutor con la opinión del equipo docente y el asesoramiento del orientador, incluirá una propuesta de la opción más adecuada para continuar la formación de cada estudiante, un asunto de enorme importancia.
Además, en cumplimiento de la normativa, los centros deben incluir en su proyecto educativo diversos planes que afectan al asesoramiento sobre las posibilidades y opciones de futuro de los alumnos y alumnas que tratan sobre:
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Información sobre itinerarios formativos y profesiones.
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Conocimiento de uno mismo (capacidades, intereses, expectativas, etc.).
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Capacidad de toma de decisiones para construir un proyecto académico y profesional.
Y se debería realizar en tres espacios diferenciados: en el aula mediante la tutoría con el alumnado, en el centro, donde el orientador asesora a tutores y al alumnado que lo solicita de forma individualizada y, por último, con la participación de instituciones externas en actividades diversas, generalmente de tipo informativo (universidades, centros de formación profesional, asociaciones, etc.).
Estos objetivos son muy complejos y requieren que tutores y orientadores posean un conocimiento profundo de estos procesos y de los factores que los condicionan (expectativas familiares, autoconcepto, autoeficacia, etc.). Debe tenerse en cuenta que estos procesos sufren modificaciones en el tiempo que obligan a estos profesionales a estar actualizados permanentemente.
Por este motivo, la calidad y cantidad de información disponible para los estudiantes depende de la capacidad de actuación de cada centro y de sus agentes para responder a las necesidades del alumnado y sus familias.
¿Cómo mejorar?
Mejorar la toma de decisiones en Secundaria y Bachillerato supone tener en cuenta motivaciones y limitaciones de orígenes muy diversos. Para ilustrar esta dificultad, podemos poner ejemplos de los propios estudiantes que acuden a foros informales a buscar solución a sus problemas:
Ahora mismo tengo 17 años, pero el 1 de abril cumplo 18. Dejé los estudios por motivos personales (una depresión bastante gorda) con 15 años en 3° de la ESO. Mi pregunta es: ¿Si ahora me saco la ESO a través de la escuela de adultos hay un problema en el futuro para seguir los estudios? No sé si solo se puede acceder a bachillerato habiendo hecho la ESO de forma “normal” (Foro Mediavida).
Muchachos tengo 26 años y acabo de pasar a 4º año de Medicina. Ya no aguanto más, no me gusta la medicina. Llevo desde los 17 años en esto. Me costó unos 3 años entrar a la carrera, luego por fin logré entrar y no me sentí alegre ni nada. Mis padres estaban muy felices y yo solo estaba un poco animado de haber logrado esa “meta”. No sé cómo contar esto. Mis padres van a pensar que estoy loco y encima todo el dinero, esfuerzo y tiempo que han invertido en mí y yo no deseo seguir en esta carrera (Foro Casi Médicos).
Las dificultades expresadas por estudiantes en estos foros informales tienen múltiples causas, lo que nos lleva a plantear mejoras en muchos, por no decir todos los niveles y agentes mencionados: tutoría en el aula, asesoramiento del departamento de orientación y colaboración de instituciones externas.
Mejoras en la tutoría en el aula
La tutoría de aula la ejerce el tutor con todo el equipo docente. Un elemento fundamental para mejorar la madurez vocacional y la capacidad del estudiante en la toma de decisiones es su formación en las ocho competencias clave para el aprendizaje permanente.
Su origen, precisamente, es una recomendación del Consejo de la Unión Europea que establece como principio que toda persona tiene derecho a una educación que permita participar plenamente en la sociedad y gestionar con éxito las transiciones en el mercado laboral.
De las ocho competencias, dos de ellas son fundamentales para la toma de decisiones: la competencia personal, social y de aprender a aprender, y la competencia emprendedora. Como ventaja, actualmente el currículo está diseñado para la formación en competencias mediante el diseño de situaciones de aprendizaje compartidas entre las distintas materias.
Como mejora, el profesorado de secundaria necesita formación específica sobre aprendizaje competencial, sobre acción tutorial y sobre itinerarios formativos, tanto en su formación en el Máster Universitario de Formación del Profesorado de Secundaria, como en su formación permanente, lo más ajustada posible a la realidad de su centro educativo.
Un departamento de orientación disponible
Las puertas del Departamento de Orientación deben estar abiertas. En una situación ideal, al estudiante le debería resultar igual de sencillo preguntar anónimamente en un foro para resolver sus dudas y contar sus problemas que ir a hablar con el orientador. Pero para ello es evidente que son necesarios más orientadores.
La atención individualizada requiere de tiempo para poder ejercerla, pero también es fundamental que el orientador se dé a conocer en el centro para que los estudiantes sepan que cuentan con la ayuda de una persona cercana a la que plantear sus dudas.
El orientador, junto con los tutores, deben adelantarse en la identificación de estudiantes con perfiles más vulnerables en su capacidad de toma de decisiones académicas y profesionales, por historial académico, situación familiar, problemas personales, etc., y potenciar con ellos la atención individualizada en la toma de decisiones sobre su futuro.
Por último, y no menos importante, los centros de Formación Profesional, la Universidad, deben tener una relación permanente con los centros de secundaria.
Javier Vidal, Catedrático en Investigación Educativa, Universidad de León y María José Vieira, Catedrática en Orientación Educativa, Universidad de León
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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