La desigualdad de género seguirá siendo un problema en los Juegos Olímpicos de París 2024

A falta de un año para los Juegos Olímpicos de París 2024, aficiones de todo el mundo han estado siguiendo a sus equipos en los partidos de la Copa Mundial Femenina de la FIFA

La desigualdad de género seguirá siendo un problema en los Juegos Olímpicos de París 2024
Foto de Bryan Turner en Unsplash

Tiempo de lectura estimado: 9 minutos


Michele K. Donnelly, Brock University

Los aficionados cuyas selecciones nacionales no avanzaron tanto como esperaban podrán ver jugar a esos mismos equipos en las Olimpiadas. Pero no ocurre lo mismo con las selecciones nacionales masculinas que compitieron en la Copa Mundial de la FIFA 2022 en Qatar. En los Juegos Olímpicos, las selecciones nacionales masculinas están limitadas a jugadores de 23 años o menos, pero no hay restricciones de edad para las jugadoras.

Esta es solo una de las muchas diferencias basadas en el género que afectan a cómo compiten los atletas masculinos y femeninos en los Juegos Olímpicos.

Programa deportivo de los Juegos Olímpicos

He dedicado parte de mi investigación a analizar el modo en que el Comité Olímpico Internacional (COI) ha promovido la igualdad de género en los Juegos, centrándome en su programa deportivo.

Según el COI:

“El programa olímpico es el núcleo fundamental de los Juegos Olímpicos, ya que las decisiones relativas al programa repercuten en prácticamente todos los demás ámbitos”.

En efecto, qué deportes se incluyen en los Juegos, así como la forma en que las mujeres y los hombres deportistas practican esos deportes (y la ropa que llevan para practicarlos), da muchas pistas acerca de cómo el COI y otras federaciones deportivas internacionales definen e intentan alcanzar la igualdad de género.

Además, las federaciones deportivas internacionales, los atletas, los comités organizadores de los Juegos, los organismos de radiodifusión y el COI tienen intereses en la composición del programa olímpico. Y, a veces, esos intereses entran en conflicto.

Paridad e igualdad son cosas distintas

En 2014, el COI publicó un plan estratégico para el futuro de los Juegos Olímpicos. Entre sus 40 recomendaciones había una sobre el fomento de la igualdad de género. Una de las principales estrategias propuestas para lograrlo era incluir el mismo número de hombres y mujeres atletas.

Pues bien, el objetivo ya se ha alcanzado. El COI ha anunciado que en los Juegos de 2024, por primera vez, habrá el mismo número de atletas hombres y mujeres, y el mismo número de pruebas (oportunidades de ganar una medalla) para hombres y mujeres.

De hecho, en todas las declaraciones del COI sobre París 2024 se ha destacado esa consecución del “equilibrio de género”. Pero garantizar la paridad de género –el mismo número de atletas hombres y mujeres y de pruebas masculinas y femeninas– no asegura la igualdad de género en los Juegos. Porque no aborda las diferencias en las condiciones de participación de hombres y mujeres.

Diferencias de género en los acontecimientos deportivos

El objetivo del COI de lograr el equilibrio de género revela un compromiso con la igualdad de género incompleto y centrado en los números.

Cuando hombres y mujeres compiten en los mismos deportes, las federaciones internacionales siguen imponiendo diferencias entre las pruebas masculinas y femeninas. Estas diferencias incluyen: la duración de las carreras; las categorías de peso; la altura, peso, tamaño y espaciado del equipamiento; el tamaño de las sedes; y las diferencias en el arbitraje, las reglas y los uniformes.

Por ejemplo, en gimnasia artística, las diferencias entre las competiciones masculinas y femeninas incluyen requisitos de edad (18 años para los hombres y 16 para las mujeres); diferentes aparatos (por ejemplo, barras paralelas para los hombres y barras paralelas asimétricas para las mujeres); el número de aparatos (seis para los hombres y cuatro para las mujeres); y requisitos de uniforme (pantalones largos o cortos para los hombres, leotardos o unitardos para las mujeres).

En las pruebas de suelo y salto –aparatos en los que compiten hombres y mujeres–, las rutinas de suelo de las mujeres se musicalizan e incluyen elementos de danza, mientras que las de los hombres no. Al realizar las mismas habilidades, las puntuaciones elegibles de los hombres son más bajas que las de las mujeres.

Como consecuencia, lo que el público ve es gimnasia femenina realizada de forma que enfatiza la feminidad estereotipada y minimiza la fuerza y el poder. Por el contrario, las pruebas de gimnasia masculina se organizan para enfatizar la fuerza y el poder de los atletas.

Estas diferencias basadas en el género son ejemplos de desigualdad de género.

Igualdad de género completa

En los casos en los que los deportes están diferenciados por género, los deportes femeninos están diseñados para ser una especie de “versión inferior” de los masculinos. Las carreras femeninas son más cortas, hay menos categorías de peso, el equipamiento y los recintos son más ligeros y pequeños, y las mujeres llevan indumentaria que marca más su figura.

¿Son diferencias naturales y universales? En absoluto. Las diferencias en las condiciones de participación de hombres y mujeres son el resultado de las decisiones tomadas por quienes controlan los deportes olímpicos, los responsables de la toma de decisiones, que siguen siendo predominantemente hombres.

De hecho, hay varios deportes y pruebas en el programa olímpico que no están diferenciados por género. Por ejemplo, los atletas masculinos y femeninos que compiten en tiro con arco y bádminton utilizan el mismo lugar, equipamiento y reglas.

Esto pone de manifiesto las contradicciones internas del programa olímpico: algunas pruebas están concebidas para que sean diferentes para hombres y mujeres, mientras que otras no. De ahí la necesidad de identificar todas las diferencias basadas en el género.

Estas contradicciones internas también exigen una mayor atención por parte del COI y la adopción de una definición más completa de la igualdad de género, que incluya oportunidades y estatus. El COI debe mirar más allá de las cifras y trabajar con las federaciones internacionales para abordar las condiciones de participación de los atletas masculinos y femeninos en los mismos deportes.

Fundamentalmente, adoptar y aplicar la igualdad de género no significa que empecemos a utilizar los deportes masculinos como norma (por ejemplo, aumentando la duración de las carreras femeninas para que sea la misma que la de las masculinas). Se trata más bien de una oportunidad para que las federaciones internacionales determinen las mejores condiciones posibles para todos los atletas de sus deportes.The Conversation

Michele K. Donnelly, Assistant professor, Department of Sport Management, Brock University

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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