Los gecos son capaces de reconocer su propio olor

Estos reptiles, protagonistas de #Cienciaalobestia, utilizan su lengua para reconocerse o detectar las feromonas de otros individuos de su especie, según sugiere un estudio de investigadoras de la Universidad de Berna. Esta habilidad les sirve para la comunicación social, lo que indicaría que son más inteligentes de lo que se pensaba

Los gecos son capaces de reconocer su propio olor

Tiempo de lectura estimado: 9 minutos


Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons.

Los reptiles han sido vistos históricamente como animales poco sociables, primitivos e impasibles. Pero una investigación reciente ha revelado que, al menos, los gecos Tokay —una especie de lagartos originarios de Asia— son algo más gregarios e inteligentes de lo que se pensaba hasta ahora.

En un estudio experimental, un equipo de investigadoras de la Universidad de Berna (Suiza) muestran que los gecos —cuyo nombre científico es Gekko gecko— pueden utilizar su lengua para distinguir su propio olor del de otros miembros de su especie. Además, los hallazgos han revelado que este tipo de reptiles son capaces de comunicarse socialmente, lo que significa que son más inteligentes de lo que se suponía.

Los lagartos y las serpientes mueven la lengua para absorber sustancias químicas del aire y de la superficie. “Comprobamos la capacidad de los gecos Tokay adultos para distinguir entre las sustancias químicas (provenientes de la piel y las heces) que ellos mismos generan, así como las de otros ejemplares del mismo sexo, y descubrimos que se interesan tanto por sus propios olores como por los de otros congéneres”, explica a SINC la autora principal del estudio, Birgit Szabo.

Durante el experimento, se tentó con otros olores a los ejemplares analizados para descartar, así que alguna novedad pudiera influir en sus reacciones. “Registramos el número de movimientos linguales dirigidos tanto a un estímulo olfativo como al suelo para ver cómo respondían a distintos olores”, describe la investigadora.

Para asegurarse de las respuestas, el equipo presentó a los gecos diversos olores en bastoncillos de algodón: se trataba de estímulos con olores de miembros de su especie y otros olores de control, como agua o menta. La científica suiza señala que, ante esto, los ejemplares evaluados “reaccionaban con dos tipos de comportamiento: por un lado, sacando la lengua hacia el olor del bastoncillo, y por otro, hacia el área circundante”.

El equipo investigador interpretó esta respuesta como “una señal de que los gecos primero perciben un olor ajeno y luego lo comparan con el suyo propio”. En este sentido, la autora del estudio aclara que estos reptiles “tienen que comparar con más frecuencia cuando perciben el olor de otro geco que cuando captan el suyo, lo que evidencia que conocen su propio olor”.

En este caso, tal como señala Szabo, los ejemplares analizados se interesaron más por los olores que desprenden ellos mismos y otros animales de su especie que por los de control con los que se experimentó (agua y menta). 

Según la investigadora, “lo más relevante es que los gecos mostraron más movimientos de la lengua al suelo —que se interpreta como que son capaces de percibir su propio olor— para detectar las sustancias químicas de sus semejantes que hacia las suyas”.

Feromonas para la comunicación social

El autorreconocimiento es la capacidad de detectar los estímulos que proceden de uno mismo. Las personas, y también algunos animales, podemos identificarnos visualmente cuando nos miramos en el espejo. Sin embargo, no todos los animales confían en su sentido de la vista.

Los gecos, al igual que otros lagartos y serpientes, utilizan la lengua para percibir  sustancias químicas de otros individuos, las llamadas feromonas. Por ejemplo, al trepar por una pared, los gecos hacen una pausa de vez en cuando para mover la lengua. Esto les permite detectar posibles parejas o rivales.

El estudio, publicado en la revista Animal Cognition, concluye que los gecos no solamente  son capaces de reconocer su propio olor sino que además pueden distinguir entre las sustancias químicas propias y las que emanan de otros miembros de su especie.

Y el hecho de que los animales del experimento se interesaran más por las sustancias químicas de la piel de otros gecos que por las suyas propias demuestra que estos reptiles utilizan las feromonas para la comunicación social.

En efecto, el equipo también pudo demostrar que los gecos detectan y utilizan los olores de sus excrementos para distinguirse de los demás. De manera que también depositan feromonas en sus excrementos, por ejemplo, para marcar su territorio. Esto se debe a que, al igual que muchos mamíferos, estos reptiles tienen zonas preferidas para defecar, de modo que pueden comunicar su presencia.

Uno de los resultados más intrigantes para esta científica fue “confirmar la predicción de que compararían su propio olor con alguno que se les presentara”. Ahora, según expone, “podemos basarnos en estos resultados para comprender que se reconocen a sí mismos a través de las sustancias químicas”.

Más inteligentes de lo que se creía

Szabo recuerda, asimismo, que “los lagartos y reptiles suelen considerarse animales primitivos poco sociables”. Sin embargo, sostiene, “debemos reconocer que son más sociables e inteligentes de lo que pensábamos”. 

Sobre este tema, la investigadora argumenta que, al igual que otros grupos de animales, los reptiles y, en especial, los lagartos, muestran una gran diversidad de comportamientos sociales: “desde la tolerancia o la formación de parejas monógamas hasta el cuidado parental o los grupos familiares estables a largo plazo”.

En este contexto, enfatiza que son tan adecuados como cualquier otro grupo animal para estudiar la evolución de la sociabilidad. “Incluso podríamos argumentar que la expresión de la sociabilidad en los reptiles se asemeja más a cómo era la vida en grupo en las primeras etapas de la evolución social”.

Por consiguiente, Szabo y su equipo consideran que se pueden obtener nuevos conocimientos sobre las adaptaciones que probablemente evolucionaron durante esas primeras etapas. 

“Los reptiles, y especialmente los gecos, son idóneos para investigar cuestiones fundamentales sobre la evolución de la sociabilidad. Dentro de los gecos, podemos encontrar una amplia gama de estructuras sociales y hábitats”, refuerza Eva Ringler, profesora de la Universidad de Berna y coautora del estudio.

Finalmente, la investigadora afirma que “esto nos permite explorar las interrelaciones de cognición, la comunicación y la vida social dentro de un pequeño grupo taxonómico, y hacer comparaciones entre estos y otros grupos de animales, como los mamíferos y las aves”.

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