Ni altas ni bajas capacidades: apostemos por la enseñanza personalizada
Las personas, los estudiantes, no son de alta capacidad: tienen capacidad en diverso grado, como ocurre en otros aspectos menos esquivos como el peso, la talla o cualquier otra condición física
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Javier Tourón, UNIR - Universidad Internacional de La Rioja
Tanto ignorar como pretender hacer categorías basadas en medidas del tipo que fuere es perder el foco. Considerar la “alta capacidad” como una variable dicotómica (“unos son” y otros “no son”) es darle la espalda a la investigación, o considerarlas como un rasgo o atributo del que algunos gozan, un cierto “cromosoma de oro”, como dice el experto estadounidense Joseph Renzulli.
No es así. Basta mirar alrededor para comprobar que las personas tienen más o menos capacidad en ámbitos bien diversos y que, precisamente por ello, ante sí está la tarea de su desarrollo personal. Nadie nace pianista, ni ganador del Tour de Francia, ni físico espacial.
Más bien, habría que decir que las personas tienen capacidades que han de convertir en talentos si se dan las circunstancias personales y ambientales adecuadas. La familia, la escuela, la sociedad son los entornos principalmente responsables de facilitar o dificultar este despliegue.
Capacidad, entorno y trabajo
Varias investigaciones señalan que los talentos emergen y crecen evolutivamente, y para algunos no llegan a emerger porque no se produce una adecuada estimulación en la escuela y la familia. Los que trabajan con jóvenes deben ver los talentos y potencialidades como algo educable y emergente, y no como algo fijo e inmutable.
Si el talento no se expresa de manera espontánea, sino como una combinación de capacidad, entorno y trabajo, la identificación se vuelve imprescindible si pretendemos que los más capaces conviertan su potencial en rendimiento, en el ámbito que fuere.
Pero, ¿qué debemos identificar? ¿Quién debe hacerlo?
Dimensiones relevantes
Debemos identificar todas las dimensiones que sean relevantes para el aprendizaje y desarrollo personal: áreas de interés, capacidades, conocimientos, competencias, preferencias de aprendizaje, estilos de expresión, habilidades del más diverso tipo… El lector interesado se puede acercar a la web de Renzulli Learning.
Asimismo, son de utilidad las escalas y cuestionarios desarrollados al efecto que están disponibles en internet. Cualquier profesor puede sacar partido a estas herramientas que le ayudarán a configurar un “retrato para el aprendizaje” de cada uno de sus alumnos.
Estamos trabajando actualmente en la validación de otras escalas para padres y profesores que tienen propósito similar.
Con este tipo de instrumentos, los profesores de cualquier nivel educativo pueden tener información precisa sobre los aspectos intelectuales, académicos, creativos, sociales, artísticos, etc. de cada alumno para organizar el plan de desarrollo curricular de cada uno de manera personalizada.
Hay otros aspectos también de importancia, como los psicológicos, que deben llevar a cabo profesionales cualificados técnicamente para ello.
Velocidades diversas
Todo el mundo sabe que la diversidad existe, aunque nos empeñemos en esconderla en clases o aulas en las que el profesor es el agente principal de la acción.
La escuela está organizada sobre un supuesto que es insostenible pedagógicamente: que todos los alumnos de la misma edad tienen las mismas necesidades educativas; o si se quiere decir de otro modo, que todos los alumnos aprenderán del mismo modo a partir de la velocidad de desarrollo del currículo por parte del profesor (que se orientará al alumno medio, ese que no existe).
Pero las diferencias de capacidad y las otras dimensiones señaladas producen de inmediato velocidades de aprendizaje sensiblemente diferentes. Además, un currículo básicamente igual para todos los estudiantes de la misma edad provocará, de hecho, que para algunos tenga poco nivel de reto e interés y para otros demasiado. Tan mala es una cosa como la otra: poco reto produce abandono y pereza intelectual; demasiado reto provoca frustración y sensación de incompetencia.
Aprendizaje personalizado
La investigación señala que el reto debe adaptarse a la capacidad y velocidad de aprendizaje en un “ajuste óptimo” (optimal match), que es distinto para cada alumno en razón de sus condiciones personales.
Hay un modelo que permite llegar a ese nivel de ajuste que se llama “evaluación diagnóstica seguida de instrucción prescriptiva” (DTPI según sus siglas en inglés), y que se basa en principios del aprendizaje personalizado para lograr el dominio de lo aprendido, entre otros.
Los enlaces a lecturas complementarias a estas consideraciones ayudarán al lector a decidir si está, o no, dispuesto a reconocer que el talento es el resultado de acciones pedagógicas concretas que es preciso llevar a cabo.
Si seguimos haciendo cambios nominales o burocráticos en las leyes educativas, solo conseguiremos el hartazgo, justificado, de los profesores y, como consecuencia, que el talento se siga perdiendo, muchas veces antes de llegar a emerger.
Javier Tourón, Catedrático Emérito de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). Ex Vicerrector de Innovación y Desarrollo Educativo (experto en Altas capacidades y desarrollo del talento; tecnología educativa), UNIR - Universidad Internacional de La Rioja
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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