Pagar por publicar en revistas de acceso abierto: ¿es oro todo lo que reluce?
Cada vez más revistas científicas están anunciando su paso al acceso abierto
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Emilio Delgado López-Cózar, Universidad de Granada y Ramón A. Feenstra, Universitat Jaume I
Cada vez más revistas científicas están anunciando su paso al acceso abierto. A partir de ese momento, todos los artículos que publican pueden ser leídos libremente. ¿Quién va a estar en contra de un movimiento tan loable que persigue poner en acceso abierto las publicaciones científicas?
Teniendo en cuenta que todo producto cuesta y que las publicaciones científicas no son una excepción, quién y cómo costeará el gasto está menos claro. ¿Obedecen estos anuncios de paso a acceso abierto a un verdadero impulso altruista a favor de la difusión del conocimiento científico o existen intereses inconfesables?
Dos rutas: diamante versus dorada
Para desentrañar estas cuestiones nada mejor que comparar dos visiones antagónicas de entender el acceso abierto en las revistas científicas:
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La ruta diamante, (también llamada platino) donde los gastos de publicación son sufragados por instituciones científicas sin ánimo de lucro (universidades, sociedades científicas, asociaciones profesionales y entidades de todo tipo).
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La denominada ruta dorada, donde los costes del acceso abierto a la publicación son pagados por los autores, bien de su propio bolsillo, bien obteniendo subvenciones de las instituciones en las que trabajan o de agencias financiadoras de la investigación. Dentro de este grupo conviene distinguir entre las revistas que solo publican artículos de este tipo y las denominadas revistas híbridas, que admiten también la publicación de artículos que son accesibles a las instituciones y personas que están suscritos a la revista o que pagan por leer artículos de su interés.
La ruta diamante: sobre todo en humanidades
Las revistas diamante nacen de la comunidad académica (es ahí donde habitan los científicos que hacen posible la investigación y su subsecuente publicación) y se editan por y para la propia comunidad. Con presupuestos escasos y recursos muy precarios, estas revistas son posibles gracias al compromiso y trabajo voluntario de los académicos que trabajan en las instituciones que las patrocinan. Un circuito público y desinteresado.
Este tipo de revistas son especialmente frecuentes en las Artes y Humanidades, así como en algunos campos de las Ciencias Sociales (más de 8 000 de las 17 000 revistas incluidas en el DOAJ: Directory of Open Access Journals), justamente las disciplinas donde el conocimiento científico difícilmente puede ofrecer pingües beneficios; en España la cifra llega al 83 % de las revistas (745 de las 923 en DOAJ).
La ruta dorada: no digas amor cuando quieres decir negocio
Las revistas doradas están mayoritariamente en manos de editoriales comerciales. Aquí el acceso abierto es sufragado por los autores que pagan lo que se conoce como los article processing charges (APC), es decir, los costes de procesamiento de artículos.
En este caso, se trata de empresas cuyo objetivo principal y legítimo es ganar dinero con la edición de revistas científicas.
Lo que llama poderosamente la atención al cotejar las listas de precios de los APC es la extraordinaria diversidad (en Elsevier de 170 € a 8500 €, en Springer-Nature de 505 € a 9500 €, en Taylor & Francis de 570 € a 4560 €, en MDPI de 400 € a 2080 €) para productos con costes fijos similares. Pero, sobre todo, son llamativas las diferencias tan acusadas entre revistas de la misma naturaleza y disciplina: publicar en una revista de Filosofía puede costar desde 800 € (MDPI) a 2390 € (Springer-Nature) o 2870 € (Elsevier).
¿Cómo se calcula el coste?
Estas diferencias de precios no parecen sencillas de entender para el lector corriente, quien puede sospechar sobre los métodos con los que las editoriales realizan el cálculo de los costes de publicación.
Las dudas se tornan en certezas a la vista de los datos desvelados por Brembs & Grossmann, dos experimentados directivos de las multinacionales de la edición que acabamos de mencionar, bien conocedores del negocio editorial y nada sospechosos.
Demuestran, haciendo cálculos generosos, en distintos escenarios y contabilizando beneficios de un 30 % para la editorial, que un artículo promedio medio tendría un coste de 600 €, no debiendo sobrepasar los 1000 € en el escenario más oneroso.
Pagar por divulgar lo público
A la vista de las estas cifras, no es extraño recelar de la sinceridad del supuesto compromiso de estas editoriales con la ciencia abierta. Más si cabe, teniendo en cuenta que este negocio editorial se sustenta en una gran paradoja: los científicos deben pagar por publicar artículos basados en investigaciones que consumen enormes recursos económicos financiados por las universidades y centros de investigación donde trabajan o por las agencias públicas de financiación.
Esta mercancía, adquirida gratuitamente por las editoriales, será transformada gracias al proceso editorial llevado a cabo de manera gratuita (es muy raro que cobren) por los propios científicos, que no solo actúan como revisores sino como editores (principales, asociados, invitados) que conforman los comités editoriales que dirigen y gestionan las revistas. Capital público al servicio de intereses privados.
Dadas estas circunstancias, es lícito preguntarse si tiene sentido pagar por publicar el trabajo propio revisado por los propios. ¿No resulta esto un pésimo negocio para el estado y un auténtico quebranto para los contribuyentes? ¿Qué pensaría el ciudadano medio si supiera del funcionamiento de este sistema?
Cuando hablamos de este modelo de negocio nos referimos a un ámbito que mueve millones de euros al año. En 2021 más de 54 000 artículos en acceso abierto dorado de autores españoles se publicaron en revistas indexadas en la Web of Science.
El rechazo a pagar por publicar
En un estudio reciente planteamos precisamente estas cuestiones a profesores españoles de filosofía y ética.
Estos se mostraron escandalizados por tener que pagar para publicar en acceso abierto, acusando de mercantilización a la publicación del conocimiento científico.
Se cuestionaban hasta qué punto tiene sentido entregar un bien tan preciado como la publicación para los fines lucrativos de grandes multinacionales que no hacen sino sacar provecho del propio esfuerzo de los académicos.
Peligro para otros formatos tradicionales
Sin embargo, ese rechazo se tornó en ardorosa defensa del pago por publicar libros, no vinculado a su posterior distribución en abierto, sino destinado a sostener un frágil ecosistema de la edición académica de libros.
Es posible que esta defensa del libro, y la dura crítica a ciertas revistas comerciales, esté muy vinculada también a los actuales sistemas de evaluación. Estos sistemas dan un peso preponderante a las publicaciones periódicas y con ello una comunidad investigadora como la de filosofía percibe que sus formatos tradicionales de publicación (libros en lenguas vernáculas) sufre cierto peligro de extinción.
En definitiva, cuando hablemos de acceso abierto, no debemos confundir la ruta diamante con la ruta dorada. No son lo mismo. Sin olvidar que la gasolina que hace girar el motor del negocio editorial es la cultura del publica o perece.
Emilio Delgado López-Cózar, Catedrático de Documentación, Universidad de Granada y Ramón A. Feenstra, Profesor titular de filosoría moral, Universitat Jaume I
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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