Un estudio en Atacama sugiere que encontrar signos de vida en Marte será más difícil de lo pensado
Los instrumentos científicos desplegados actualmente en el planeta rojo podrían carecer de la sensibilidad necesaria para identificar posibles rastros de vida. Así lo revelan investigadores del Centro de Astrobiología tras analizar un antiguo lecho fluvial en Piedra Roja (Chile), un paraje desértico geológicamente similar al cráter marciano Jezero donde opera el rover Perseverance
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Desde las misiones Viking en la década de 1970, ha habido múltiples intentos de buscar señales de vida en Marte. Ahora, medio siglo después, incluso los instrumentos más recientes y sofisticados de los vehículos Curiosity y Perseverance de la NASA solo han identificado niveles bajos de moléculas orgánicas simples.
Estos resultados plantean interrogantes acerca de si nuestra capacidad para detectar indicios de vida se ve obstaculizada por las limitaciones actuales de los dispositivos o por la naturaleza de los materiales presentes en las rocas marcianas.
En este contexto, el investigador Armando Azua-Bustos, del Centro de Astrobiología (centro mixto del CSIC y el INTA), junto a un grupo internacional de científicos, han probado instrumentos que actualmente se envían, o podrían enviarse, a Marte, además de equipos de laboratorio de última generación.
Con ellos han analizado muestras en Piedra Roja, un lugar del desierto de Atacama (Chile) donde se encuentran los restos sedimentarios fósiles de un antiguo delta fluvial.
Estos depósitos se formaron en condiciones de gran aridez hace entre 160 y 100 millones de años y son geológicamente similares al cráter marciano Jezero, actualmente estudiado por el rover Perseverance.
Los resultados del estudio, que publican en la revista Nature Communications, sugieren que potenciales evidencias de vida en Marte podrían ser difíciles, si no imposibles, de detectar con la actual generación de instrumentos que se encuentra investigando Marte.
Los autores comprobaron que Piedra Roja está formado por una variedad de sedimentos intercalados de areniscas y arcillas propios de un lecho fluvial, y determinaron la abundante presencia de hematita, un óxido de hierro que es el que le da a Marte su característico color rojo.
Un microbioma oscuro
Además, en este análogo terrestre del planeta rojo se localizó”una variedad de microorganismos muy difíciles de clasificar, por lo que proponemos el término 'microbioma oscuro' que, de forma similar a la materia oscura que se estima, conforma una importante parte del universo, sabemos que está ahí, pero que aún se resiste a ser identificada”, apunta Azua-Bustos.
En Piedra Roja también se encontraron una variedad de “biofirmas” (sustancias que pueden indicar la presencia de vida en un lugar), al límite de detección de los instrumentos que se pueden encontrar en un laboratorio de investigación.
“Lo notable fue que al usar una variedad de instrumentos que están en, o próximos a enviarse a Marte” indica Azua-Bustos, “y dependiendo de la biofirma que se buscaba, varios de ellos apenas pudieron detectarlas, o simplemente no fueron capaces de hacerlo”.
Estos hallazgos subrayan la importancia de traer muestras de Marte a la Tierra, con el fin de utilizar las más potentes técnicas de detección disponibles en los laboratorios.
De hecho, la NASA, junto con la Agencia Espacial Europea (ESA) y otras instituciones, están actualmente recogiendo muestras marcianas con el rover Perseverance para en el futuro enviarlas a la Tierra.
“Es muy importante contar con modelos terrestres lo más parecidos a Marte posible para entender cómo se han conservado las distintas biofirmas y poner a punto los procedimientos y la tecnología para encontrarlas”, afirma el profesor Victor Parro, coautor del trabajo.
“Sabemos que hay restos de vida microbiana, pero el reto es poder detectarlos cuando suponen menos de 1 parte entre 1.000.000.000 de material mineral”, concluye.
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