“El Gran Telescopio Canarias pronto incorporará el instrumento FRIDA liderado por México”
A partir de 2023, el telescopio más grande de España podrá observar el universo de una forma más nítida gracias a una colaboración entre científicos españoles y mexicanos. Lo cuenta uno de ellos, José Franco, de la Universidad Nacional Autónoma de México, además de destacar los frutos de los viajes a la Luna y la necesidad de romper barreras entre arte, ciencia y tecnología
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En las últimas dos décadas, la colaboración en astrofísica entre España y México se ha fortalecido gracias a la colaboración entre el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) y diversas instituciones mexicanas, como la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
En el Instituto de Astronomía (IA) de esta universidad enseña e investiga Jesús Franco, también un apasionado divulgador de la ciencia, que durante el I Encuentro de científicos españoles y mexicanos, celebrado en la Fundación Ramón Areces, nos ha explicado algunos proyectos conjuntos.
¿Cuáles son las iniciativas más relevantes de la colaboración en astrofísica entre México y España?
Además de las colaboraciones científicas en diferentes áreas de la astrofísica, como la astronomía galáctica, búsqueda de planetas, etcétera, lo más sustancial es el trabajo conjunto en grupos de instrumentación astronómica. Están integrados por investigadores de México, España y Estados Unidos que, sobre todo, han generado instrumentos para hacer las observaciones en el Gran Telescopio Canarias. Desde el principio, México aportó un 5 % del costo para su construcción, y el mismo porcentaje para sus gastos de operación y mantenimiento. Gracias a ello, también dispone del 5 % del tiempo de observación. Posteriormente, otro grupo liderado por el IA-UNAM ganó una licitación internacional para diseñar y construir el primer instrumento que se puso en el telescopio para verificar la óptica, y ha funcionado estupendamente.
Posteriormente, en prácticamente todos los instrumentos que se han hecho para este gran telescopio, México ha participado en mayor o menor grado, y ahora desde el IA-UNAM lidera otro, en colaboración con el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), la Universidad Complutense de Madrid y la Universidad de Florida en Estados Unidos.
¿En qué consiste este nuevo instrumento?
Se llama FRIDA (como la famosa pintora mexicana, Frida Kahlo, aunque en este caso son sus siglas en inglés: inFRared Imager and Dissector for Adaptive optics). Se usará con el sistema de óptica adaptativa del Gran Telescopio Canarias, que corregirá las turbulencias atmosféricas. Te explico un poco: los telescopios ven a través de la atmósfera, pero esta tiene zonas donde se producen turbulencias por diferentes causas, como cambios en la velocidad y la temperatura de sus partículas, de tal forma que no te permiten ver con nitidez los objetos que están en el cosmos.
Para solucionarlo, se utiliza la óptica adaptativa, una técnica, que mediante deformaciones en los espejos, permite corregir en tiempo real los efectos de estas turbulencias, para tener así haces muy muy nítidos. El primer instrumento que va a hacer uso del haz corregido de turbulencias va a ser FRIDA, capaz de obtener mejores imágenes y hacer espectroscopia. Este instrumento se lleva desarrollando desde hace una década y esperamos que en 2023 esté ya en el Gran Telescopio Canarias.
Este es el gran telescopio de España. ¿Cuáles son los de referencia en México?
En la parte óptica infrarroja, está el telescopio del Observatorio Astronómico Nacional de San Pedro Mártir, situado en una sierra del estado de Baja California, que cuenta con unas condiciones de cielo tan extraordinarias para las observaciones astronómicas como las de Canarias.
Luego, en Sierra Negra, en un pico secundario del volcán más grande que hay en la República Mexicana, se localiza el Gran Telescopio Milimétrico. Se trata de un radiotelescopio que funciona en las ondas de aproximadamente un milímetro y su plato tiene más o menos 50 metros de diámetro.
¿Cuáles son sus líneas de investigación?
Mi trabajo es básicamente teórico y centrado en el medio interestelar. Estudio la formación de las estrellas y la evolución de las remanentes de supernova [explosiones estelares], cuyo material eyectado golpea de una manera muy violenta al medio que está afuera, calentándolo a millones de grados. Investigo cómo se inyecta la energía en el gas interestelar y los efectos que tienen los campos magnéticos para sostenerlo y generar superestructuras, las grandes nubes de las que nacen las estrellas. Aunque mis estudios son teóricos, también analizo las observaciones para tratar de explicar las estructuras que se ven.
También ha escrito libros más divulgativos como Alunizaje sobre la llegada del ser humano a la Luna. ¿Cómo ve la actual carrera para volver a nuestro satélite, como el programa Artemis de la NASA?
La fantasía de viajar a otros mundos ha acompañado a la humanidad desde sus comienzos, y el hecho de que EE UU haya llegado seis veces a pisar la Luna, con dos astronautas en cada vuelo, implica que solo 12 personas de la población terrestre sean las únicas que han pisado la Luna. Así que, bueno, el sueño de volver continúa, y no solo ahí, también a otros objetos de nuestro sistema planetario.
Aunque la motivación es múltiple. Por un lado, tenemos los recursos tecnológicos para hacerlo; por otro, la suma de voluntades de diferentes países ha permitido el financiamiento para realizar este evento; y también se prevé la necesidad de conseguir minerales que son escasos en la Tierra y que podrían llegar de lugares más o menos cercanos a nuestro planeta.
El costo del proyecto Artemis o Artemisa se estima en unos 30.000 o 40.000 millones de dólares hasta el momento, pero cuando se logre poner astronautas en la Luna, la inversión alcanzará unos 90.000 millones de dólares. Eso es muchísimo dinero y la única manera de lograrlo es sumando voluntades de diferentes países. Además de Estados Unidos y China, también los países europeos, Canadá, Japón y otros países están aportando fondos de manera generosa para desarrollar estos proyectos.
Esa inversión también revierte en beneficios para la sociedad, ¿verdad?
Nuestra vida cotidiana está llena de insumos e iniciativas generadas a lo largo de los últimos 50 años durante el desarrollo espacial. Estos avances han cambiado la forma en la que vivimos y nos comunicamos con nuestros seres queridos y el resto del mundo. Hoy tenemos los satélites de telecomunicaciones, meteorológicos y de observación de la Tierra que nos permiten seguir en tiempo real, por ejemplo, el desarrollo de las tormentas y huracanes, las sequías –que España conoce bien–, los incendios forestales –como los que han ocurrido este año en Europa, Australia y EE UU– para poder prevenir los efectos devastadores de estos fenómenos, que son cada vez más intensos por el cambio climático.
Usted también coordina el Programa Arte, Ciencia y Tecnología de la UNAM. ¿Qué relaciona estos tres ámbitos?
La inteligencia y la imaginación humanas se desarrollan por muchos canales, y también el conocimiento que tenemos del mundo lo planteamos de diferentes maneras en diversas áreas. La ciencia es el descubrimiento de nuevas estructuras del mundo que nos permiten avanzar. La tecnología es nuestra capacidad de cambiar la realidad en el futuro. El arte se mueve entre esas dos partes, e implica conocer en profundidad la realidad, el mundo en el que vivimos, y plantearnos cómo podemos expresarla de diferentes formas. Unir arte, ciencia y tecnología es una manera de generar una comunidad en donde no haya barreras artificiales entre los quehaceres artístico, científico y tecnológico.
Una última pregunta, ¿qué consejo les daría a los jóvenes que quieren ser científicos?
Lo que necesita este mundo es que los jóvenes estén cada día mejor informados, con más herramientas para contender con el futuro. La ciencia es el cuerpo del saber creado por el ser humano para, por un lado, entender el mundo, y por otro, resolver sus problemas. Entonces, estudiar ciencias, cualquiera que sea el área que se escoja –ciencias naturales, sociales o humanidades– va a ser bueno para el futuro del mundo.
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