La minería amenaza a los grandes simios africanos más de lo que se creía

Las materias primas producidas por esta actividad, como el litio, el níquel o el cobalto, son utilizadas actualmente para la fabricación de multitud de productos tecnológicos. Según una nueva investigación, más de un tercio de la población de gorilas, bonobos y chimpancés de este continente se enfrenta a riesgos relacionados con la extracción de los recursos mineros

La minería amenaza a los grandes simios africanos más de lo que se creía
Foto de Margaux Ansel en Unsplash

Tiempo de lectura estimado: 9 minutos


Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons.

La minería en África se está extendiendo para crear recursos y fabricar desde aparatos electrónicos, a motores de aviones o incluso para la transición a gran escala hacia una energía más limpia. Esta práctica produce deforestación y acaba con el hábitat natural de los grandes simios y otras especies, lo que impacta en sus poblaciones.

Un estudio publicado en la revista Science Advances asegura que las consecuencias para estos seres vivos son más graves de lo que se había estimado hasta ahora.

“El mayor solapamiento espacial entre zonas mineras y áreas importantes para los grandes simios lo hemos documentado en África Occidental. Concretamente, en los países de Liberia, Sierra Leona, Mali y Guinea, donde coinciden regiones de alta densidad de chimpancés y minería, incluidas zonas que aíslan las poblaciones de 10 y 50 kilómetros”, explica a SINC Jessica Junker, del Centro Alemán para la Investigación Integrativa de la Biodiversidad (iDiv), la Universidad Martin Luther Halle-Wittenberg (MLU), en Alemania, y la organización conservacionista sin ánimo de lucro Re:wild, instituciones que lideran al trabajo.

Por ejemplo, Guinea es el país con el mayor solapamiento entre proyectos mineros y hábitats de chimpancés, que estaría afectando directa o indirectamente a más de 23.000 ejemplares, con un impacto potencial de hasta el 83 % de la población de chimpancés de Guinea.

En toda África, se estima que más de un tercio de toda la población de grandes simios está en riesgo —cerca de 180.000 gorilas, bonobos y chimpancés—.

Impactos directos e indirectos

El equipo de investigación utilizó datos sobre zonas mineras operativas y preoperativas en 17 naciones africanas y trazaron espacios de 10 km para tener en cuenta los impactos directos, como la destrucción del hábitat y la contaminación lumínica y acústica.

Además, definieron otras áreas de 50 km para los impactos indirectos que tienen en cuenta el aumento de la actividad humana cerca de estas explotaciones: se construyen nuevas carreteras e infraestructura para acceder a estas zonas que alguna vez fueron remotas, y muchas personas migran también en busca de empleo.

Todas estas prácticas aumentan la presión sobre los grandes simios y su hábitat a través del aumento de la caza, la pérdida de hábitat y un mayor riesgo de transmisión de enfermedades.

Al integrar todos los datos de distribución de la densidad de los grandes simios, los científicos estudiaron cuántos podrían verse afectados negativamente por la minería y mapearon estas áreas. En general, las zonas más sensibles, las que tienen densidades relativamente altas de simios y minería, no están protegidas.

“Uno de los grandes problemas que tenemos es que no siempre sabemos qué especies se ven afectadas por estos proyectos, porque su impacto no siempre está debidamente documentado. Por eso instamos a las empresas mineras a que lleven un registro de las plantas y animales de la zona afectada antes de empezar a explotar, y a que los controlen periódicamente durante su actividad. De este modo, podrán reducir más eficazmente su impacto sobre el medio ambiente”, reclama la investigadora.

Mayor trasparencia en las empresas mineras

El equipo señala en el trabajo que, debido a que las empresas mineras no están obligadas a poner a disposición del público los datos sobre biodiversidad, el verdadero impacto de la minería en la biodiversidad y en los grandes simios, en particular, puede ser aún mayor.

“Existen varios mecanismos para incentivar a las empresas a reducir su impacto medioambiental y social. Sin embargo, un problema recurrente es que las compañías mineras suelen ocuparse solo de los impactos directos, descuidando los indirectos o los que no se producen durante la exploración”, apunta Junker.

La científica enfatiza que la información que se tiene actualmente es una imagen incompleta: “Abogamos por una mayor transparencia en el sector minero e instamos a los bancos prestamistas, incluido el Banco Mundial, a que garanticen la accesibilidad de los datos medioambientales. En concreto, proponemos que los proyectos apoyados por el Banco Mundial compartan los datos de los estudios sobre simios en una plataforma centralizada como la base de datos A.P.E.S.”.

Según la experta, las empresas pueden estar limitando las consecuencias de su actividad a los topes de los arrendamientos mineros, pasando por alto el entorno. Además, subestiman a menudo el plazo de aplicación de las estrategias de mitigación, lo que puede obstaculizar la recuperación de la población.

“Instamos a empresas, prestamistas y naciones a reconsiderar las inversiones en actividades de exploración dentro de regiones biodiversas, haciendo hincapié en la importancia de conservar las zonas vírgenes. Además, es imperativo un cambio social, para reevaluar nuestros hábitos. Es crucial que todo el mundo adopte una mentalidad de reducción del consumo y responsables políticos deben promulgar políticas de reciclaje más eficaces para facilitar la reutilización sostenible de los metales”, subraya.

Los planes de compensación no son a largo plazo

La compensación de estos proyectos mineros con lo que destruyen es inexacta y subestimada para los investigadores: actualmente se desarrollan mientras haya explotación (por lo general, 20 años), cuando en el caso de los hábitats de los grandes simios las consecuencias son permanentes.

"Las empresas mineras deben centrarse en evitar sus impactos en los grandes simios tanto como sea posible y utilizar la compensación como último recurso, ya que hoy por hoy no hay ningún ejemplo en el caso de los grandes simios que haya tenido éxito", explica Genevieve Campbell investigadora principal de Re: wild.

Estar problemática se une a la ya existente con de las explotaciones agrícolas como el aceite de palma y el aguacate, que tiene su propia normativa y certificación de la Rainforest Alliance. “Sin embargo, al igual que ocurre con las normas mineras, deficiencias como la falta de transparencia, el alcance limitado y el cumplimiento de las normas dificultan su eficacia”, denuncia Juker.  

“La recopilación de datos de referencia y de seguimiento de la biodiversidad científicamente rigurosos es crucial para cualquier proyecto de desarrollo. Alejarse de los combustibles fósiles es bueno para el clima, pero debe hacerse de una manera que no ponga en peligro la biodiversidad. En su versión actual, incluso puede ir en contra de los objetivos medioambientales a los que aspiramos", concluye la experta.  

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