Las conductoras de Uber en Argentina se enfrentan a la desigualdad de género
La llegada de Uber a Argentina en 2016 fomentó el desarrollo del mercado del transporte privado de pasajeros. Aunque las mujeres siguen siendo una minoría en este rubro, constituían el 11 % de los conductores de plataforma durante el primer semestre de 2018
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Cecilia Poggi, Agence française de développement (AFD) y Marina Garcia, Universidad Nacional de General Sarmiento
En un estudio realizado entre 2020 y 2021, analizamos la inserción laboral de las mujeres que prestan el servicio de transporte de pasajeros a través de la plataforma Uber en el Área Metropolitana de Buenos Aires.
Nos propusimos conocer la experiencia de las mujeres conductoras y señalar las barreras materiales y simbólicas que enfrentan en su trabajo cotidiano.
Para ello, realizamos una serie de entrevistas y nos interesamos especialmente por las trayectorias profesionales de un grupo de 14 conductoras, mujeres de entre 29 y 60 años.
La división sexual del trabajo
Históricamente, las sociedades han asignado roles y han facilitado la construcción de habilidades de modo diferencial para varones y mujeres. Esas diferencias redundan en un proceso que denominamos división sexual del trabajo que tiene efectos muy profundos en el mercado laboral.
Esto explica en gran medida la desigualdad que experimentan varones y mujeres respecto al acceso y la permanencia en el trabajo, a la percepción de ingresos y a la construcción de su autonomía personal.
En el corazón de la actividad del transporte de pasajeros se encuentran la capacidad de moverse en el espacio público, la relación con los automóviles y el conocimiento técnico de los vehículos, habilidades que a menudo se asocian con el género masculino.
Al igual que en otros países, las mujeres en Argentina tienen menos acceso al permiso de conducir que los hombres: solo 3 de cada 10 de estos permisos están en manos femeninas. Por lo tanto, las mujeres tienen menos acceso a la movilidad en el espacio público. Ello también implica una baja integración de las mujeres a las oportunidades laborales en la actividad del transporte de pasajeros.
Crece el número conductoras de Uber
Durante nuestra investigación, el mercado laboral argentino se caracterizó por una alta tasa de desempleo, subempleo y una gran cantidad de actividades laborales precarias. Esta situación se vio agravada por la recesión económica que comenzó en 2018 y se profundizó durante la pandemia.
La llegada de Uber a Argentina en 2016 fomentó el desarrollo del mercado del transporte privado de pasajeros. Aunque las mujeres siguen siendo una minoría en este rubro, constituían el 11 % de los conductores de plataforma durante el primer semestre de 2018. Se estima que para el año 2019 había aproximadamente 55 000 conductores activos en el Área Metropolitana de Buenos Aires. Y en junio de 2019 la participación de mujeres conductoras había aumentado un 110 % respecto al año anterior.
Dado que esta ocupación suele considerarse preponderantemente masculina, el aumento del número de conductoras mujeres podría constituir un cuestionamiento a los trabajos socialmente asignados a varones y mujeres. Sin embargo, nuestro análisis de las trayectorias ocupacionales previas también muestra que la mayoría de estas mujeres conductoras ya habían adquirido las habilidades necesarias para esta ocupación a través del ejercicio de trabajos masculinizados o relacionados con la conducción. Por ejemplo, muchas de ellas trabajaban como taxistas o como visitantes médicas utilizando sus propios automóviles.
Además, también encontramos ejemplos aún más elocuentes de inserción en el entorno profesional masculino, como en el caso de Alejandra. Alejandra aprendió a conducir una camioneta y se presentó a un aviso de trabajo para repartir pan, a la vez que también trabajaba en una fábrica automotriz realizando el servicio de preentrega de los automóviles, para lo cual debía ocuparse de su limpieza y de la revisión de los fluidos.
Los límites del trabajo independiente
Uber no posee una flota de automóviles ni genera relaciones típicas de empleo asalariado. La plataforma utiliza algoritmos para asignar viajes a los conductores y establece tarifas según la hora del día y la disponibilidad entre la oferta y la demanda. Además, en concordancia con los usuarios, la empresa evalúa a los conductores. La puntuación obtenida redunda en un sistema de asignación de sanciones y recompensas para los trabajadores.
Uber recluta personas para prestar el servicio de pasajeros utilizando la figura de socias y socios conductores, a la vez que promueve el carácter independiente de la actividad. Aunque esta independencia tiene límites. Como se sugirió anteriormente, los conductores tienden a adoptar la idea de la autodeterminación en el trabajo. Una expresión muy utilizada por los conductores y que ilustra esta idea es: “Enciendo y apago la aplicación cuando quiero”, que sugiere que hay un margen significativo de libertad para organizar el trabajo.
Consultamos a mujeres y varones respecto al significado que tiene para ellos el carácter independiente que promueve la plataforma.
Los conductores varones evocan principalmente nociones relacionadas con la cultura del emprendimiento y la posibilidad de ser sus “propios jefes”. Como lo expresa Fabián, de 23 años:
“La verdad que dije: me quedo con Uber por la comodidad, sos tu propio jefe, no te molesta nadie, no rendís explicaciones, no tenés horarios que cumplir.”
Para las conductoras mujeres, la independencia se traduce en un ideal que supone conciliar el trabajo remunerado con las tareas del cuidado (el cuidado de los demás y en particular el de su propia familia). Ello se traduce en expresiones como “Uber es una oportunidad perfecta para una mamá” o “puedo estar con mis hijos a la hora de algún problema”.
El hecho de que estas expresiones sean compartidas tanto por las mujeres con hijos a cargo como por las que no demuestra que las mujeres conductoras –más allá de su situación personal– consideran que su ocupación les permite cumplir con los roles de género que les son socialmente asignados.
La influencia del género en la jornada laboral
Las noches, los fines de semana y los horarios de salida y entrada de escuelas y oficinas están asociados a una alta demanda y, por tanto, a mayores tarifas pagadas por un viaje de Uber.
Sin embargo, las condiciones de acceso a esas oportunidades son desiguales por género, siendo las conductoras mujeres las que tienen más dificultades para acceder a estas franjas horarias. Esto sucede, por un lado, porque las mujeres se sienten más expuestas que los hombres al conducir de noche (debido a la inseguridad y el acoso callejero).
Por otro lado, quienes tienen responsabilidades familiares no pueden asegurar el trabajo nocturno, ni los periodos de entrada y salida de la escuela, porque deben acompañar a sus propios hijos. Esta misma dificultad se aplica los fines de semana, cuando las escuelas están cerradas y las conductoras no tienen ayuda con el cuidado de sus niños. Todo esto implica una brecha de género significativa en horas trabajadas e ingresos.
Alejandra, una conductora de 43 años, explica cómo percibe la situación:
“Acá lo que te estipula cuánto ganas son los viajes que hagas. Entonces, si vos haces 12 horas de corrido ganás lo mismo que cualquier hombre que haga 12 horas de corrido. En eso no hay desigualdad. Lo que digo es que para una mujer es muy difícil hacer 12 horas de corrido”.
En el mismo sentido, María del Carmen, de 39 años, refuerza en su intervención aspectos de la desigualdad de condiciones que afecta a las mujeres conductoras:
“Yo sé que de noche se gana mucho mejor, hacés viajes por ahí más copados, más cara la tarifa y a la mañana, bien temprano también. O sea, yo tengo ese impedimento, en realidad no sé si es un impedimento, pero es lo que me toca digamos, que es tener un niño pequeño, entonces los horarios me los acomodo cuando no está él”.
El último testimonio pertenece a Melisa, una conductora de 29 años que desafía la percepción de peligrosidad y enciende la aplicación en horas de la madrugada:
“Mi hijo se queda durmiendo con mi abuela. Después vuelvo a las 8, lo levanto, lo llevo al jardín. Y después lo dejo en el jardín de infancia, trabajo hasta las 4, 5 de la tarde que él sale del jardín”.
El incremento de la participación de mujeres conductoras en Uber representa un avance que cuestiona las nociones convencionales respecto a lo que implica un trabajo femenino o masculino. Sin embargo, estas mujeres todavía enfrentan significativas barreras para desenvolverse a la par que los varones en la actividad.
Es imprescindible que la sociedad redoble los esfuerzos para derribar un conjunto de barreras persistentes, entre las que se destaca la distribución desigual de las tareas de cuidado. Estas barreras impactan en el modo en que las mujeres desarrollan la ocupación, afectando negativamente su tiempo de participación y el nivel de sus ingresos.
Cecilia Poggi, Economist, Social Protection Research Officer, Agence française de développement (AFD) y Marina Garcia, Chercheuse en sociologie, Universidad Nacional de General Sarmiento
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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