¿Y si el aprendizaje por proyectos sirviera además para prevenir el acoso escolar?
El acoso es uno de los mayores problemas a los que se enfrenta la escuela de hoy en día. Aunque no es un fenómeno nuevo, su investigación sistemática no se inició hasta los años 80. Noruega y Suecia fueron los países en los que antes comenzó a estudiarse. De hecho, la definición moderna de acoso se debe al autor noruego Dan Olweus: “cualquier contacto (físico, verbal o incluso virtual) no deseado, repetido en el tiempo e intencionado, entre un agresor que se encuentra en una situación de superioridad y una víctima que se halla en situación de inferioridad”
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Antonio Marín Manrique, Universidad Internacional de Valencia
La complejidad de este fenómeno recae en que confluyen muchos factores: el tipo de personalidad de agresores y víctimas, su situación socioeconómica, el contexto escolar, las actitudes de los iguales, profesorado, personal auxiliar, los valores de la sociedad donde se produce el caso. Precisamente por esta diversidad de factores, hay autores que proponen su abordaje desde una perspectiva socio–ecológica.
El acoso produce elevados estados de ansiedad o depresión y altos índices de absentismo escolar en las víctimas. No acudir al aula se traduce en mayor posibilidad de repetir el curso, aparte de los costes económicos que suponen consecuencias como el gasto sanitario (tratamiento psiquiátrico o psicológico), la activación de servicios específicos de atención docente, la inversión en necesidades educativas especiales…
Programas preventivos poco eficaces
Los programas anti–acoso desarrollados hasta ahora presentan una eficacia moderada, además de que sus costes económicos y temporales son elevados.
Una de las dificultades de los proyectos de intervención es que el tiempo dedicado a ellos se resta del dedicado al currículo escolar. Por esta razón, lo ideal es el desarrollo de intervenciones que puedan integrarse en la enseñanza reglada de tal forma que no sean un impedimento en el normal desarrollo de esta.
El aprendizaje basado en proyectos
La metodología del aprendizaje basado en proyectos busca trascender la adquisición de conocimientos curriculares, y sitúa al alumno en el centro del aprendizaje para que su rol en el aula sea activo. Para que esto suceda, se emplean dinámicas colaborativas, que contribuyen a desarrollar competencias transversales de gran utilidad durante toda la vida.
Los estudios acerca de este método avalan su eficacia en materias tan dispares como Ingeniería Mecánica Y Química o Educación Física y Ciencias Sociales. Pero además de mostrar su eficacia en cuanto al rendimiento académico, algunos estudios mostraron mejoras significativas en competencias lingüísticas, socioemocionales y en empatía.
Estas competencias inciden decisivamente en la mejora de las relaciones interpersonales como la negociación, el manejo de las emociones, el conocimiento de uno mismo y el conocimiento de los iguales, entre otros.
Paralelismos con la mediación
La mediación es una forma de resolver conflictos entre dos o más personas con la ayuda de una tercera imparcial, el mediador. La mediación escolar se desarrolló originalmente en EE. UU. como respuesta a los choques culturales y raciales en las décadas de los 60 y 70. Con el tiempo se trasladó del ámbito comunitario al escolar.
Las bases de la mediación contemporánea se fundamentan en la justicia restaurativa, es decir, la reparación del daño causado. El proceso de mediación permite resolver los conflictos asumiendo cada parte su responsabilidad, en un ambiente de confianza no punitivo, donde se buscará que las partes expresen libremente sus puntos de vista, sentimientos y necesidades a través de una comunicación fluida.
El intercambio de los puntos de vista es el inicio. A través de ese intercambio en un espacio adecuado y con la ayuda de una persona mediadora, se logra que las partes entiendan los dos puntos de vista del conflicto. A partir de ahí, el que la víctima pueda expresar tranquilamente cómo ha vivido lo que le ha sucedido y el daño causado ya de por sí es reparador, ya que en otros contextos (como un juicio) no se da, o, si se da, es muy poco el tiempo del que disponen.
Cuando el agresor escucha a la víctima, entenderla y empatizar con ella facilitará que acepte la reparación del daño y, además, que la relación entre ambos cambie, ya que se habrán conocido mejor y no se repetirán conflictos entre ellos. Se habrá realizado una transformación en la relación.
Al igual que en la mediación, en el aprendizaje por proyectos el alumnado es protagonista: elige de qué forma va a resolver el proyecto que se les plantea, cómo van a organizarse, cuál va a ser el reparto de roles, y el papel del personal docente es el de acompañar en el proceso.
Estos paralelismos nos llevan a afirmar que el aprendizaje por proyectos es, además de una herramienta para la adquisición del conocimiento, un método que puede ayudar en la prevención o resolución de conflictos en el aula.
Semejanzas entre mediación y proyectos
En ambas metodologías existen estos puntos en común:
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Se afrontan e intentan resolver problemas reales (en el caso de la mediación); los proyectos que se ponen en marcha en el aprendizaje por proyectos abordan también problemas reales.
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El docente es una guía, no dirige ni toma decisiones.
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Se buscan soluciones creativas.
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Se buscan y fomentan el diálogo y la cooperación.
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Se busca la inclusión y la expresión honesta de las emociones
La metodología aprendizaje por proyectos otorga al alumnado un papel activo, cooperante, reflexivo, crítico, creativo, favoreciendo los consensos. Por ello, incide directamente en las relaciones que se crean entre alumnos y alumnas. Algo que hace más difícil la exclusión y enseña a resolver de manera constructiva y dialogante las discrepancias que habitualmente se dan en el entorno escolar.
Las habilidades que ambos métodos proporcionan a los estudiantes, además, trascienden el entono escolar y se trasvasan a la sociedad. En palabras de la ONU, con la mediación desarrollamos herramientas orientadas al proceso y no al resultado, en las que la coordinación, la complementariedad y la inclusividad son esenciales.
Antonio Marín Manrique, PHD. Docente Universidad Internacional de Valencia Facultades de Educación y Salud, Universidad Internacional de Valencia
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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